Después de las elecciones parlamentarias del histórico 4 de diciembre - no se sí a los lectores les suceda lo mismo-, pero a mí me quedó una sarta de dudas, que a veces pareciera que me va a explotar la cabeza.
Mucho más cuando se conoce a los enemigos del proceso bolivariano, quienes, para colmo, en un inexplicable y repentino pronunciamiento decidieron no participar en las lecciones de diputados a la Asamblea Nacional y al Parlamento Andino y Latinoamericano.
Al principio, se registraron renuncias de candidatos que, evidentemente, sólo buscaban espacio en la opinión pública, porque realmente no contaban ni con el voto de la mamá.
Pero pocas horas antes, políticos como el gobernador del Zulia, Manuel Rosales, tomó similar decisión pesa a que, según analistas, la plancha de la zulianidad hubiese obtenido como mínimo la mitad de los 16 diputados que iban por esta región.
Rosales fue más allá y después de los comicios fanfarroneó diciendo que si la oposición no se abstiene arrasa en la región, en todo caso, su decisión fue una emboscada electoral, que obviamente proporcionó un duro revés a los pronósticos del Gobierno nacional.
Seamos más claros todavía. La renuncia del mandatario zuliano desató un polvorín en el que el Gobierno lució confiado y en consecuencia sorprendido ante tal decisión.
El propio Presidente se montó en el aparato y ya sin tiempo, comenzó a llamar a la gente a votar, afortunadamente, se logró una abstención alta, pero por debajo de la que se produjo en las elecciones parlamentarias del ´98.
Chávez, José Vicente Rangel y otros personeros del Gobierno calificaron la abstención como un golpe, término que resulta familiar dadas las arremetidas contra el proceso revolucionario.
De la misma forma nos retrotrae a eventos como el golpe del 11 y 12 de Abril de 2002 y, por supuesto, al financiamiento que recibió la oposición por parte de Washington, según el embajador Jorge Valero, representante permanente ante la OEA.
Valero en una carta enviada en el 2004 a la junta directiva del Fondo Nacional para la Democracia (NED), por sus siglas en inglés, reclamó que se utilizó el dinero de los contribuyentes de los EEUU, a través de esta organización, para financiar personas, partidos políticos y la llamada “sociedad civil” de Venezuela, con el fin de que participaran en esa funesta aventura.
Desde entonces, se ha hablado casi sin parar del financiamiento del gobierno de Bush a los partidos de oposición, para derrocar al presidente Hugo Chávez.
Y nuevamente, el Gobierno nacional vuelve a la defensiva y señala que detrás de la emboscada electoral está el imperio y uno no es que quiera ser mal pensado, pero conociendo a nuestra oposición, no creo que gratis arriesgue todo un futuro político, porque déjenme decirles, de aquí al 2011 es lejos y, para ese grupito, la revolución con Chávez a la cabeza significa el infierno.
Menos me como el cuento de que se sacrificaron por amor a la Patria como han querido hacer ver algunos de ellos, sí ya su sentimiento por Venezuela lo demostraron con el paro, el sabotaje petrolero, las guarimbas y una seguidilla de hechos que igualmente nos han puesto al borde del caos.
Porque la oposición venezolana es como decía mi abuela: esa no da puntada sin dedal. De momento, acerca de la abstención sólo hay en el ambiente “dimes” y “diretes”, pero uno no puede cerrar los ojos y dejar de ver en la mente esas pacas de billetes verdes acomodados en un impecable maletín negro, al estilo de las películas de Holywood.
Discúlpenme, sólo se trata de pensamientos que se tienen en momentos absortos o entre dormido, pero no creo que de esa fecha cuando Valero envió la misiva al NED, a este tiempo, nuestra oposición le haya perdido el amor a los dólares... o será que tienen algo entre manos y no lo quieren soltar, como también decía mí viejecita.