Para mí los hechos delictivos son como los dolores. Cuando se padecen se cree que es el más fuerte que puede sufrir ser humano alguno.
Por eso no pretendo hacer diferencias entre acciones hamponiles. Hace meses, los delincuentes me despojaron de un viejo Monte Carlo vino tinto, modelo 78. Para ser más preciso, lo presté a mi hijo y se lo quitaron a punta de cañón en una de las peligrosas calles de Maracaibo.
Ahora tuve que retornar a la vida de peatón y pienso que depender del transporte público en la región es lo peor que le puede pasar a una persona en la vida.
Un amigo que corrió similar suerte dice: “No sé que es preferible, si pararse en una esquina a esperar ser abordado por un auto por puesto, o tener la mamá loca”.
Pero cuando observamos el panorama delictivo zuliano, caemos en cuenta de que hay delitos más abominables, como el que involucra a Nelson Castro, un joven de 15 años que mató a puñaladas a la mamá y a la amiga que la acompañaba.
De todos modos, tal como acabo de plantear, no tengo como objetivo establecer diferencias entre uno y otro delito, sino ¡decir!¡ gritar! - cualquiera sean las cusas- que nos traga la delincuencia en el Zulia y nadie hace nada para evitarlo...por eso quiero expresar con pulmón de tenor : ¡Chávez, nos come la delincuencia!, a ver si nos escucha y hace algo desde Miraflores.
Seamos más concreto. Asuma las riendas de esta región, donde lamentablemente no hay gobierno para los hampones, además, eso sería perfectamente legal porque la seguridad es un problema de Estado
Hace días, unos delincuentes fungieron de pacientes y asaltaron a unos médicos cubanos en uno de los temibles sectores del municipio San Francisco. Por cierto, violaron a una doctora.
Más recientemente, una ambulancia del Cuerpo de Bomberos de Maracaibo acudió a un llamado de emergencia en el barrio San Sebastián, sector Pomona y también resultó asaltada.
El personal médico y paramédico llegó a la casa distinguida con el número 126-135, donde se encontraba la señora María Rodríguez, quien presentaba un cuadro asmático.
Los especialistas le prestaron la debida atención y decidieron regresar. Pero a antes de salir del barrio, fueron interceptados por un grupo de desconocidos.
El equipo de auxilio pensó que se trataba de otra emergencia. Se detuvieron y abrieron una ventanilla. Enseguida los encañonaron y los conminaron a que entregaran sus prendas.
Ninguno de los ocupantes de la ambulancia lucía joyas ni nada por el estilo. Los pistoleros entonces, se apoderaron de un radio transmisor y se dieron a la fuga.
Creo que casos como estos igualmente son indicadores de la exacerbación de una delincuencia que, al no tener ninguna resistencia, se mueve a sus anchas por las calles de Maracaibo y, obviamente, le gana terreno a una policía que luce impotente.
El sargento segundo (B), Juan Carlos Manzanero, hizo un comentario que es un ejemplo palpable de la forma como se ha degenerado y alebrestado la delincuencia en la región.
Una vez, comentó, que se les atascó una ambulancia en una calle de arena del noroeste de Maracaibo, y los delincuentes sacaron sus armas para protegerlos de otros hampones.
Sabemos que sacar armas y tomar las justicia por sus manos es un delito y no los exime de culpa, pero de alguna manera evidenciaron un sentimiento natural contra estas personas, cuyo único objetivo es socorrer a la gente en peligro.
Pero hoy en día los delincuentes no respetan ni a esos profesionales que sé, por experiencia en mi trabajo de reportero de sucesos, que en muchísimos casos han servido para rescatarlos a ellos mismos de las garras de la muerte.
Y no los consideran, por cuanto está demostrado que el hambre y la miseria son una molienda de gente buena y porque los hampones se mueven amparados en la ineficiencia policial y el permiso que les otorga la falta de políticas coherentes , para enfrentar el hampa en el Zulia. ¡Cómo debe ser!
Periodista / albemor60@hotmail.com
