(A mi amiga boliviana Eva Zamora, comprometida por siempre con su país)
Oigo a Evo y no termino de asimilarlo. Veo los numeritos y me superan. Si bien las encuestas previas señalaban su éxito indiscutible, necesitaba ver eso en la realidad para terminar de creerlo, dado las experiencias vividas tanto afuera como adentro del país.
Al parecer las elecciones transcurrieron sin mayores problemas (otra sorpresa también) y allí sí, mi asombro no tiene límite, aun cuando las famosas “depuraciones” de los registros electorales dejaron a más de un millón de bolivianos sin poder ejercer su derecho al voto, pero, en líneas generales, no hubo violencia, no hubo manipulación descarada de los resultados ni de los actores sociales, ni de los medios de comunicación. ¡Así de contundente sería el triunfo!
Muchos hablaban de que era casi seguro que la decisión la tomaría el Congreso por cuanto Evo no conseguiría el 50 % más uno de los votos, pero he aquí otra sorpresa; esto también lo logró.
Digo que tengo (o tenemos) más de 500 años esperando por este momento. Es como un desquite histórico: por fin un indígena toma de nuevo las riendas de su país, por fin un descendiente de los habitantes originales de estas tierras asciende al gobierno. Espero que en el menor tiempo posible, también ascienda al poder. Comienza con buen pie; un gran apoyo popular y el compromiso de una Constituyente para renovar su Carta magna.
Evo Morales llega al gobierno en un buen contexto y en un buen momento latinoamericano. Tiene varios gobierno amigos a su alrededor, dispuesto seguramente a ayudarlo. Existe en la región un decreto no escrito de ir al encuentro de los cambios, no ya solo como retórica, sino como esfuerzo de construcción, expresado en las elecciones ocurridas en los últimos tiempos. Allí está Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay, posiblemente Chile, México y Nicaragua. Es que hace rato que nos cansamos de ser el patio trasero del Imperio….
Pienso en Guaicaipuro, en Mara, en Tupac Amaru, en Huascar, en tantos indígenas que murieron y mueren defendiendo estas tierras, sus tierras, en tantos “salvajes” como diría el poeta Gustavo Pereira. Pienso en ellos y digo que seguramente la Pachamama está de fiesta, porque al fin uno de los suyos estará al frente de Bolivia.
Son muchos los retos de Evo. Son muchos los compromisos. Seguramente le vendrán momentos difíciles, pero él sabe como la acaba de confirmar, que no está solo, que cuentas con miles de latinoamericanos dispuestos a apoyarlo. Desde aquí, hago mío este triunfo y como yo, miles de venezolanos y venezolanas. Como alguna vez me dijera Alfonso Gumucio, que Bolívar seguramente estaría muy orgulloso de los venezolanos, de ver los cambios en su país. Igual debe sentirse hoy con los bolivianos y el triunfo de Evo. ¡Salud Bolivia!
mgonzalo@cantv.net