La crisis capitalista: sin salida

El capitalismo no tiene salida. No puede ser porque el poder político y económico se impone por la fuerza y a través de políticas injerencistas y de mentiras permanentes. Cierto, y es lógico, la crisis alcanza a los más pobres primero; así ocurre con los países llamados en vías de desarrollo, que cargan con el éxito de las economías hegemónicas, las cuales se sitúan en los países más desarrollados, principalmente en Estados Unidos, Alemania, China, Rusia e Inglaterra. Para argumentar lo anterior habría que decir por ejemplo, que estos países controlan el desarrollo de la ciencia, que impulsa el desarrollo de las fuerzas productivas. Dicho de manera más exacta, habría que decir que las grandes empresas cuyas matrices están en estos países, aunque diseminadas por todo el planeta (Coca cola de México, por citar una), tienen en sus manos las principales investigaciones científicas y, por ende, a los más importantes científicos del mundo, salvo raras excepciones. El control de la ciencia les permite a estas grandes economías competir entre sí en las mejores condiciones y mantenerse a la vanguardia en el ramo en que se desarrollan: Monsanto en agricultura, Microsoft en informática, Nestlé en los alimentos y derivados de la leche, Bae Sistems y Boeing en la industria de las armas, Samsung en dominio de los microprocesadores y de la tecnología de la información (TIC), Lenovo, Apple y HP en la venta de computadoras, Shell, Chevron, Repsol, Exxon Mobil en la industria del petróleo, gas y sus derivados, la alemana  Grupo Allianz líder en servicios financieros y de seguros, América Móvil y AT&T, líderes en telecomunicaciones y Wal-Mart en el mercado de los supermercados, mantienen sus liderazgos a partir de ejercer su control y en el cual la ciencia juega un papel preponderante.

Sin embargo, el que la riqueza llegue principalmente a los países en donde están las matrices, no significa que esos países no mantengan en su interior las contradicciones propias del capital que se generan vía los mercados, tal y como lo revelara la encuesta realizada en 2013 por la Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos (CBO, por sus siglas en inglés), al afirmar que “la brecha de desigualdad entre ricos y pobres en Estados Unidos continúa en ascenso”. Según los resultados obtenidos, en el país más poderoso del mundo, los ingresos de la clase alta norteamericana, representada por el uno por ciento de la población, incrementaron en 275% en los últimos 30 años; mientras que  el correspondiente a las clases desfavorecidas, el 99% restante,  reportó menos 40% de aumento en el mismo lapso de tiempo; lo que llevó a los trabajadores del estado de Geogia a realizar movilizaciones de protesta. En Europa las cosas no son tan diferentes y hasta a las clases medias les está llegando “la lumbre a los aparejos”. La crisis europea ya rebasa una década y parece no tener fin. Las movilizaciones no se detienen y, por el contrario, se incrementan al igual que el malestar general. En España, por ejemplo, apenas la semana anterior, más de dos millones de personas bajo el lema "pan, trabajo y techo para todos y todas", marcharon en las distintas ciudades del país en lo que llamaron la “marcha de la Dignidad” y que arrojó al menos 29 detenidos y más de 100 heridos en Madrid (hubiera sido en Venezuela el asunto hubiese ocupado las ocho columnas de los medios y ya se hubiera solicitado la intervención extranjera para salvar la democracia en ese país).

Los manifestantes denunciaron que España se encuentra al borde de una "emergencia social" debido a los despidos, el alza de impuestos y los recortes presupuestales, por lo que exigieron la renuncia inmediata del gobierno derechista de Mariano Rajoy, emanado del Partido Popular (PP), el mismo de (Rebu)Aznar, jefe ideológico del derechista Acción Nacional (PAN) en México.

La austeridad sin precedentes aplicada por el gobierno conservador desde su llegada a finales de 2011 para reducir el déficit y la deuda del país dio lugar a dos huelgas generales en 2012, con centenares de miles de personas en las calles, quienes aseguran que las políticas de austeridad solo han beneficiado a los privilegiados mientras que "cientos de miles de familias se han quedado sin casa", prestaciones, pensiones y servicios públicos. En la misma semana, decenas de miles de estudiantes se manifestaron en 50 ciudades españolas para exigir la derogación de la nueva Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) que, según los manifestantes, convierte a los estudiantes en "piezas del sistema capitalista", enseñándoles habilidades para ser "mano de obra eficaz", con métodos de selección que "determinan la validez de los alumnos en su futuro laboral"; además de incrementar las tasas universitarias. Previamente a la manifestación estudiantil, la policía ingresó a la Universidad Complutense de Madrid, y atacó a los jóvenes con un saldo de 53 estudiantes detenidos y el despliegue de un hermético control policial en las dos principales universidades públicas de la capital del país. Los estudiantes advirtieron de las consecuencias a futuro en los recortes al sector y acusando al gobierno de pasividad ante la situación de los jóvenes afectados por una tasa de desempleo de 55 por ciento.

Súmese a esto la huelga de 48 horas  los funcionarios públicos griegos en contra de la intención del gobierno de realizar más recortes sociales y despidos.  Denunciaron el acuerdo del gobierno griego con la Unión Europea para despedir  de inmediato a  4400 empleados públicos tras los ocho meses previstos en el esquema de “reserva laboral”, en el que se cobra el 75% del sueldo en espera de ser recolocado o despedido definitivamente. A este estado podrían pasar 12.500 más durante 2014, año en el que están previstos 11.000 despidos directos entre el funcionariado. “Nos sentimos fatal porque no hemos conseguido encontrar todavía trabajo. Es muy difícil encontrarlo y ya no somos jóvenes, pero tampoco somos viejos”, explicaba una funcionaria de mediana edad en la protesta pacífica en el centro de Atenas.

La situación es desesperante e indignante al mismo tiempo, provocada por una crisis del modelo neoliberal que no solo no se reconoce, sino que se abunda en ella como el único camino posible para salvar la crisis que ya parece eterna. Por ejemplo: Un profesor de escuela secundaria que dos años atrás cobraba €22.000 anuales por 18 horas cátedra a la semana, al día de hoy se le ha recortado el sueldo a €12.000. El número de desempleados llegó a un 20.9% (aproximadamente más de 1.000.000 de personas sin trabajo). Personas que trabajan para el Estado en las obras públicas (ya sean obreros o ingenieros civiles) en algunos casos no han recibido la remuneración perteneciente a trabajos realizados hasta 5 años atrás. Los precios de los alimentos aumentan considerablemente. Se han implementado nuevos impuestos como el del uso de la Electricidad, que  van desde los €200 en adelante (bimestral) dependiendo de los metros cuadrados del hogar y la ubicación geográfica del mismo; además de desaparecer el seguro de desempleo, que otorgaba a los desocupados un total de €200 mensuales y seguridad social, con la cual podían recibir atención médica gratuita en hospitales públicos. Nadie se salva. Ante este modelo empobrecedor y depredador, no hay salida posible. Los disturbios continuarán y sobre cualquier atisbo de alternativa en cualquier país que ponga en riesgo el dominio de las grandes empresas como ocurre hoy en Venezuela, éstas antepondrán todos sus recursos para desarrollar una ofensiva en su contra, que incluye naturalmente, golpes de estado, intervenciones armadas, el asesinato y la guerra. Ejemplos hay a montones.



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