¿Qué es el pueblo?

En la época en que el Estado Romano se hizo potente y alcanzaba el apogeo de su civilización, los ciudadanos se dividían en dos clases: los poseedores y los no poseedores. Los poseedores pagaban al Estado impuestos directos; los no poseedores le daban sus hijos, que eran empleados para proteger a los ricos y que debían derramar su sangre en innumerables campos de batalla para aumentar aún más la fuerza y la propiedad de las clases poseedoras.

Desde que las máquinas han sido inventadas y grandes fábricas han sido construidas, la propiedad  está concentrada cada vez más, en las manos de unos pocos individuos. Un pequeño número de privilegiados posee toda la propiedad; la gran masa del pueblo no posee más que sus brazos y sus hijos. Lo mismo que en el Estado romano, nosotros los trabajadores y nuestros hijos estamos introducidos en la libreta militar y transformados en máquinas que debemos proteger a nuestros propios explotadores y, bajo su indicación, derramar nuestra sangre. Lo mismo que entonces, en presencia de una reacción sin freno que ahoga violentamente todo esfuerzo de emancipación de parte del pueblo trabajador y que pretenden mantener por la fuerza bruta la distinción de las clases y la dominación política de las clases poseedoras.

La socialdemocracia, que se debía haber ocupado, así como su nombre ya lo indica, de la organización de la sociedad, de las relaciones del pobre con el rico; pero no establece ningún sistema nuevo y su principal ocupación es reparar el viejo edificio, volver a reparar y esconder para los ojos del pueblo las grietas, obra del tiempo; o a lo más, aliada con la burguesía, construir un piso nuevo encima de los viejos cimientos podridos llamados capitalismo. El concepto de socialdemocracia es tan poco preciso que se pueden colocar entre esos socialistas los que inventan mejoramientos para las cárceles, todos los que hacen construir cárceles, hospicios para los pobres o establecimientos de sopa popular.

No somos vendedores de sistemas; sabemos por experiencia cómo es insensato discutir las distribuciones que hay que hacer en una sociedad futura, romperse la cabeza sobre ello y descuidar todos los medios para alcanzar el propósito La tarea de nuestra generación es descubrir y depositar al pie de obra los materiales necesarios para la construcción del nuevo edificio; la tarea de las generaciones futuras será construirlo.

Toda la historia escrita hasta ahora es la historia de la lucha de clases, (pobres contra ricos) la sucesión de la dominación y victorias de unas clases sobre otras. Y esto ha de continuar hasta que desaparezcan las bases de la lucha de clases y del dominio de las clases: La propiedad privada y la producción social caótica. Los intereses de los trabajadores exigen que estas bases sean destruidas, por lo que la lucha de clases consciente de los trabajadores organizados debe ser dirigida contra ellas. Y toda lucha de clases es una lucha política: Si todo en el mundo se desarrolla, si unas instituciones sustituyen a otras, ¿por qué ha de perdurar eternamente el capitalismo, el enriquecimiento de una minoría insignificante a expensas de la enorme mayoría, el dominio de la burguesía sobre el pueblo?

No somos conspiradores que desencadenan una revolución en un día determinado o que quieren asesinar a la burguesía; pero no somos tampoco dulces corderos que llevan su cruz sin murmurar Pero tampoco somos socialistas que creen que después de la lucha sostenida victoriosamente, la comunidad de bienes podrá ser introducida en seguida, como por milagro

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos Héroes de la Humanidad!

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Patria Socialista o Muerte!

¡Venceremos!



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Manuel Taibo


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