Levantó el crucifijo y llamó al diálogo con la coalición derechista, a pesar que horas antes la dirigencia opositora lo había derrocado.
Esa señal dejó perplejo a tirios y troyanos, pues se esperaba una “cacería de brujas” de parte del Comandante Supremo, Hugo Chávez Frías, aquella madrugada del domingo 14 de abril de 2002. La realidad fue otra: el perdón estuvo presente en sus pensamientos.
La imagen del “dictador represivo” que construyeron los medios de comunicación se esfumaba con los vientos de paz y tolerancia, los mismos que, paralelamente, trazaron una nueva ruta para el proyecto político que lidera.
“Hago un llamado de verdad a la unidad de los venezolanos, a la unidad respetándonos las diferencias”, manifestó a su llegada a Miraflores, mientras miles de manifestantes se mantenían concentrados en las afueras del palacio de gobierno.
“Vengo dispuesto a rectificar donde tenga que rectificar, pero no sólo debo ser yo el rectificador, todos tenemos que rectificar muchas cosas para que volvamos a la calma, al trabajo, al empuje y a la construcción de la Venezuela bolivariana”, enfatizó, mientras decenas de periodistas acariciaban la posibilidad de entrevistarlo en exclusiva. ¡Era la noticia del momento!
DE LA PAZ A LA GUERRA
Semanas después de haber convocado a un debate que permitiera buscar salidas al país, Chávez es retado por la otrora Coordinadora Democrática (CD) una vez más: invitan a realizar un paro nacional activo en la mayoría de los sectores del país, con el propósito de forzar la renuncia del Mandatario Nacional, cosa que no lograron durante el “carmonazo”.
El 2 de diciembre de 2002, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), Fedecámaras, la alta jerarquía eclesiástica y la burguesía en general se trazaron como meta el estancamiento del país.
Mientras la mayoría del aparato industrial y comercial se unía a la paralización de sus actividades, una avalancha popular se resistía a la idea. Las cúpulas empresariales, sindicales y eclesiásticas, con el apoyo de mayoría de los medios de comunicación del país, apostaron al derrocamiento de Chávez, mediante la asfixia económica.
La alegría y las festividades colectivas, propias de la navidad, fueron superadas por constantes ruedas de prensa organizadas por cabecillas de la ultraderecha, similares a los partes de guerra, además de los centenares de propagandas que difundían las plantas audiovisuales que rechazaban las políticas impulsadas por la Revolución Bolivariana.
“Comprar hoy es vender tu destino”, afirmaba la voz femenina que emergía de los reproductores, donde se incitaba a paralizar la actividad comercial en todo el territorio nacional.
MEDIOS, MENTIRAS Y VIDEOS
Aseveraciones como “usted es el único responsable de tanta violación, impunidad, anarquía e ingobernabilidad” rebotaban por las pantallas de vidrios y cornetas para forzar unas elecciones que no se encontraban amparadas bajo el cronograma electoral.
A pesar del constante bombardeo mediático, las horas transcurrían sin producir la insurrección militar y popular que desde la CD anhelaban. Ante esta situación, la contrarrevolución doblegó sus esfuerzos incrementando, asimismo, la dosis de alienación sistemática por periódicos, revistas, radios y televisores.
“No hay navidad. La navidad la vamos a celebrar en el mes de enero, de ser necesario. Ese sacrificio hay que mantenerlo”, argumentó el otrora presidente de la CTV, Carlos Ortega, la tarde del ocho de diciembre, rodeado de una veintena de micrófonos y grabadoras que evidenciaban el acompañamiento que le daban los propietarios de las empresas comunicacionales a la iniciativa.
“Es un paro indetenible y triunfador que pica y se extiende”, agregó el dirigente sindical adeco, quien consideró que la paralización de las actividades comerciales y productivas eran “anheladas por el pueblo”.
12 días después, el diario El Nacional tituló: “El paro petrolero continuará hasta la salida de Chávez”, en señal de apoyo al rompimiento del hilo constitucional.
PÉRDIDAS A LA NACIÓN
De acuerdo a cifras manejadas por Petróleos de Venezuela para la fecha, en los más de dos meses que se mantuvo el paro indefinido, se disminuyeron las principales actividades económicas del país.
“El monto de las pérdidas por ventas no realizadas llegó a 14 mil 430 millones de dólares aproximadamente, lo cual motivó una disminución de un monto cercano a nueve mil 998 millones de dólares en la capacidad contributiva de PDVSA y sus filiales al fisco nacional. Esto limitó la capacidad del Ejecutivo Nacional para la ejecución de sus planes y programas”, detalla un informe preliminar colgado en la página web de la principal industria del país.
Hoy el momento histórico presenta otros escenarios, pero con los mismos actores que pusieron en práctica ese experimento insurreccional para doblar la voluntad popular. Muchos esperan que este nuevo llamado al diálogo no quede como un castillo en el aire.