Misión “Negra Hipólita”: Una misión de amor cuestionada por la iglesia.

¡Ay de ustedes maestros de la ley y fariseos hipócritas!



Una pena que en estos momentos, cuando finaliza un año y todo convoca a la alegría, deba uno salir al paso de estos hipócritas fariseos. La jerarquía católica venezolana, si no la pone a la entrada la pone a la salida. El gobierno revolucionario lanza una misión que debería crear júbilo entre los cristianos. La Misión “Negra Hipólita”, creada para sacar del infierno a los más excluidos entre los excluidos, para recuperar a aquellos que el sistema ha conducido a la miseria hasta traspasar el último umbral. Si no por vocación al menos por agudeza ha debido contar con el apoyo ardoroso de la institución que dice representar a Jesús de Nazareth. No es así. Le puede a la jerarquía mucho más el compromiso con el poder económico que los mandatos de Jesús. Esto ha sido así a lo largo de 16 siglos. Nadie debería extrañarse y yo tampoco lo hago. Lo que extraña es que, en el amanecer del siglo XXI, la jerarquía eclesiástica no comprenda que los pueblos han cambiado, que están despabilados, que son más resistentes al engaño que por tanto tiempo lo hizo obediente y resignado.

Nada menos que un salesiano, gordito él, rozagante y bien papeadito él, director de las Casas Don Bosco él, vale decir un discípulo del hombre de los miserables que fue Don Juan Bosco, se va a los estudios de Globovisión, la televisora más terrorista y desalmada entre todas, aquella que surte la dosis diaria de sopita de alacrán a sus enfermos de odio y sale a criticar estas “formas de caridad politizada, que sólo buscan dominar y controlar al pobre”. De modo que, según el salesiano de marras, la pobreza y la miseria no deben ser un asunto político. Que el rrrrégimen decida a favor de los pobres es indebido. La torpeza o el cinismo, -elijan ustedes- raya con la perfección, cuando además de esta perla, reivindica la “caridad” que ellos practican, como “la verdadera caridad”.¿Donde habrán dejado estos curas aquello de “Ven bendito de mi padre, porque tuve hambre y me diste de comer”?. Me pregunto… ¿por qué no les enseñarán el Evangelio cuando los forman? Yo propondría que para ser cura se deba leer el Evangelio de Jesús. Es más, sin ese requisito no debería ordenárseles. Grave falla que parece tener la iglesia hace muchos siglos. ¡No se con cuales manuales del poder los forman!

Mire, señor salesiano, según el Evangelio, el más lejano, el diferente y hasta el enemigo, se vuelve prójimo cuando se le ama (Lc 10-36). Bien…pues mire usted, el más lejano y diferente en Venezuela es el niño de la calle, el mendigo, el miserable, ¿sabe? Este miserable no existe por un hecho fatal, no responde a la voluntad de Dios, no es políticamente inocente su existencia. Ese miserable es el producto del sistema capitalista en el que vivimos y del que la iglesia es subsidiaria esencial. Los pobres de nuestras calles han sido miserabilizados, es decir, personas a las que se les ha robado el fruto de sus esfuerzos y su dignidad. Por siglos ha sido así y la iglesia ha prestado un importante concurso en el sostenimiento de este fraude a la humanidad.

Amar al miserabilizado desde una óptica cristiana auténtica significa implicarse, sumergirse y desmontar el tejido de injusticia que lo miserabiliza. Significa tomar compromisos y adelantar acciones políticas sin importar las consecuencias. Exige un proceso de desmarcación del status del poder económico que crea la miseria. Significa comprometerse con la eliminación de esa fábrica de miserias. Significa, dejar de lado los simbolismos que tan útiles le son al poder, para profundizar en el cambio de las estructuras que crean la miseria. Probablemente les será muy difícil dados los compromisos históricos de la iglesia con el poder, no lo dudo, pero las exigencias incuestionables de Jesús son radicales y absolutas, no lo duden. O les son fieles a Dios o lo seguirán siendo al dinero. Jesús no admite componendas...es con él o contra él.

Detectado el enemigo originador de la miseria el paso siguiente, ineludible, es el compromiso con la justicia sin importar las amenazas o las penurias que esto acarree, haciéndolo en el corazón mismo del conflicto. Como lo hizo Jesús, que amó y se comprometió con los pobres hasta la muerte, y una muerte de cruz. Probablemente, esta exigencia de amor concreto, destape sus miserias y ambigüedades al descubrirles las raíces de opresión que existen en ustedes mismos. Será dolorosa la conversión, sin duda, pero será conversión y luz para quienes superen la prueba. Es mucho pedir que la vieja, acomodada y cómplice organización lo haga, pero al menos debemos confiar que individualmente muchos buenos curas, -que los hay- lo hagan.

La caridad magna, aquella que profundiza en las causas de la miseria y la convierte en posibilidades de liberación y justicia, no excluye la otra caridad, la pequeña, la que ustedes practican en concierto con los mecenas para apaciguar los restos se conciencia que aún posean o mercadear indulgencias, antes por el contrario, la complementan. Se encontrarán en la praxis, se cuestionarán mutuamente y se enriquecerán. Seguir siendo voceros de los poderosos para cuestionar la acción profunda de amor implícita en la Misión Negra Matea, es un acto de traición, -otro más- al Jesús histórico, al Jesús de los pobres, al de las prostitutas, al de las viudas, al de los excluidos. ¡Reflexionen! Hagan lo que Don Bosco aconsejaba… interiorización y compromiso. Si no lo hacen como institución háganlo como individuos, después de todo la salvación es personal. Deben ser muchos los jóvenes cristianos que sientan el llamado del amor y concurran al servicio, aunque la jerarquía mire para otro lado.



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Martín Guédez


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