En el Zulia, el transporte público se ha convertido en una variedad de dulces, para enriquecer el “paladar” de muchos tipos de delincuentes, de esos que operan sin ningún temor al saber que en esta región existe una vigilancia policial prácticamente nula.
Sí, hay para una diversidad de gustos hamponiles. Primero, los ladrones de carros han asesinado a decenas de taxistas, para quitarles el vehículo.
Segundo, los bandoleros despojan a los conductores para lanzar sus atracos bien sea a establecimientos comerciales, bancarios o a transeúntes en plena vía pública, total no tienen nada a que temer, cuando más pueden padecer el grito de alguna persona presa de los nervios, porque como ya les dije, en el Zulia -pese a que hay policías- la seguridad brilla por su ausencia.
Tercero, abundan los casos en la que los bandidos no sólo atracan a los ocupantes de los vehículos, sino que abusan de las mujeres, en otras palabras, los violadores también ven en este sector, una rica tajada de limonsón en almibar.
Cuarto, los atracadores han hecho de los autobuses su manjar preferido.
Aunque no manejo cifras sobre asaltos de las unidades de todo el transporte público de la región, puedo afirmarles, que solamente a colectivos Pomona, los bandidos le lanzaron siete atracos en diciembre.
Ahora si sabemos que cada unidad de esta ruta marabina tiene una capacidad para cincuenta pasajeros aproximadamente y hacemos una multiplicación sencilla por los siete atracos, estamos hablando de 350 personas robadas.
Pero más allá del número de atracos, lo más lamentable es que la policía tiene perfecto conocimiento del caso y no mueve un dedo para atrapar a los granujas.
Y aunque no soy policía, me atrevo a decir que los ladrones más fáciles de capturar son los que atracan a los pasajeros en los autobuses.
Para empezar, estas unidades tienen rutas predeterminadas, siempre circulan por la misma vía y eso las hace más vulnerables a la delincuencia, pero igualmente transitar por rutas específicas también podría permitir a una policía funcional, que de verdad brinde seguridad, aprehender más rápido a los bandoleros.
Es que un simple trabajo de inteligencia bastaría para detener a esos hampones. No creo que le sea muy difícil a los gendarmes recabar información al respecto y vestidos de civil hacer de pasajeros y subir a los colectivos.
Sin embargo no lo hacen. Aquí la policía sólo ejecuta acciones efectistas. O hacen un enorme despliegue publicitario con la entrega de patrullas, la creación de grupos élites o montan operativos, los mecanismos más infuncionales de combate a la delincuencia que haya conocido en la vida.
Nada más absurdo que esas alcabalas. Son un aviso a los delincuentes de la presencia policial y, por el contrario, una molestia a la gente honesta que es obligada someterse a esas bochornosa requisa en cualquier parte de la vía pública.
Por eso insisto, que en el Zulia no existen políticas coherentes en materia de seguridad y ya el tiempo se agotó. Creo que es hora de actuar, de que el Gobierno nacional encare esta situación, porque las autoridades regionales no se sí por incompetencia, omisión u otros motivos, no le mete el pecho a la inseguridad.
Y en los asaltos de autobuses estamos hablando del ladronzuelo que se engorda en los barrios, que puede asesinar como todo hampón, pero va creciendo como arrebatador y haciendo robos de menor importancia aprovechando la ineficacia de la policía. Imagínense ustedes lo que la policía hace para desmontar las poderosas organizaciones delictivas, las que verdaderamente constituyen las bases sólidas del hamponato en la región. Está bien sobreentendido que nada, sino es capaz de capturar a los más débiles de la cadena delictiva.
El gobierno regional nada más hace entregar súper vehículos a los funcionarios y maquillar la cifras de los delitos en la región, mientras el atraco de autobuses se sigue convirtiendo en una rica porción de huevos chimbos para la delincuencia.
(*)Periodista
albemor60@hotmail.com