La Historia hoy, como siempre, es apasionadamente, el espectáculo más bello realizado por el hombre por cuanto representa el despliegue en el tiempo de su lucha consigo mismo, con los demás y con la naturaleza preguntándose eternamente por su destino.
El misterio de nuestro propio alumbramiento: tal es lo que, para Chávez, significa en el génesis de su mundo, la creación del nuevo hombre. El hombre y la mujer nuevos(as). Su No individual engendra el Sí, el apasionado sí de un nuevo hombre o mujer. Y esta aniquilación de la propia persona en aras del ser futuro, esta anulación del hombre y la mujer individual para alimentar con sus despojos al hombre y la mujer universal. Todo mito, sobre todo sí es nacional, reclama fe. No se intente, pues, llegar a este hombre o mujer y comprenderlos por la vía cristalina de la razón. Para adueñarse de su sencillez sólo vale es la solidaridad, lo único que une y hermana.
Pues, en realidad, todos estos individuos, tan varios, tan heterogéneos, obedecen a la ley suprema de un único destino. Toda su vida es variante de una vida única, que es un proceso de humanación. No olvidemos que el genio de Chávez apunta siempre al extremo; al extremo del mundo psicológico, al hombre abstracto, absoluto, al que no llegan las estratificaciones de la hipócrita cultura capitalista. Estas estratificaciones, que son esenciales para la burguesía, cuyos episodios se desarrollan siempre sin penetrar en capas más profundas en el tablado de lo individual y lo convencional.
Una misteriosa gestación es el hombre nuevo que germina, pero ellos no lo saben les hace soñadores. Se sienten, solitarios, con una idea, y cavilan, cavilan día y noche sobre sí mismos. Y se pasan, a veces, años enteros incubando lo desconocido en este extraño estado de ataraxia, hasta caer casi en el abstraimiento de todo, y se doblan sobre su cuerpo como las mujeres en los primeros meses, para sentir palpitar dentro de su entraña el nuevo corazón. Todas las sensaciones misteriosas de la embarazada les asaltan. Los hombres de Chávez, descuajados de una gran tradición, son auténticos venezolanos, hombres de transición que llevan en el corazón el caos de los orígenes, seres cargados de inhibiciones e incertidumbres.
Por fin, comprenden que están encima de una idea nueva, y desde este instante sólo viven para el afán de acechar y descubrir el misterio oculto. Aguzan sus pensamientos hasta hacerlos punzantes y cortantes como bisturíes; disecan incansablemente su estado de espíritu; rompen su cerebro a fuerza de pensar; forjan todos sus pensamientos en una idea fija, sobre la que cavilan hasta agotarla, en una punta peligrosa que se vuelve contra sí mismos en sus propias manos. Unos buscan un abortivo contra el nuevo hombre que se está gestando en ellos, pues su orgullo necesita ahogarlo, impedirle nacer. Otros se esfuerzan por acelerar furiosamente, espoleándole con el aguijón candente de sus sentidos, y esterilizándolo, esta misteriosa germinación, este dolor de vida que fermenta y pugna por salir.
Cuando creen aniquilarse a sí mismos, lo que destruyen es la cáscara que envolvía a su persona interior, con lo que el aniquilarse se torna en salvación propia y suprema. Cuanto más se agitan y oprimen y contorsionan, más alientan, sin saberlo, la vida del nuevo ser. Tal es el mito humano, que nos revela que este Yo múltiple, mezclado y oscuro, de cada ser, lleva en su entraña el embrión del hombre y la mujer verdadero(a). La misión más alta y el deber más verdadero que se impone al hombre y a la mujer sobre la Tierra es hacer que este ser primitivo y eterno triunfe en nosotros sobre el cuerpo más caduco formado por el individualismo y la hipócrita cultura capitalista. Ese germen late en la entraña de todos, pero no en todos se alumbra el fruto.
Nuestro Líder Eterno, pide: Que se haga posible la realización de sus ideas de libertad y dignidad humana. De la Patria urgida de voluntades que la sirvan sin pensar en la vecina recompensa.
¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos héroes de la Humanidad!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos!