Creo que la asunción del presidente Chávez al poder sigue siendo la salvación de Venezuela y no se trata de endiosarlo, recordemos que cuando el líder de la revolución asumió la presidencia recibió un país en los huesos.
La salud y la educación ya ni llegaba a la carretera negra, mucho menos transitaba por las tortuosas y polvorientas trillas que llevan a esos lugares intrincados que conforman nuestras comunidades más empobrecidas.
Muchos que tal vez han oído hablar y visto, pero que al fin y al cabo desconocen los rigores de la vida de esos miserables sectores, quizás les resulte exagerado, pero en esos barrios la gente moría por falta de un trozo de pan o abatida por la carencia de un calmante que la gente humilde no tenía para comprar en la bodeguita de la esquina.
La acción del Gobierna se encontraba de sobresalto en sobresalto, torpedeada por esa oposición insensible que, dada su obsesión por sacar a Chávez del poder, se colocó de espaldas a esa población que en su tormentosa vida, no sabía siquiera si tenía seguro el entierro, casi siempre supeditado a una colecta pública.
Chávez –como ser humano- creo que ha cometido errores, lo mismo que el Gobierno y en algunos casos, opino, que no se han logrado objetivos como, por ejemplo, controlar la corrupción.
Pero amigos lectores, hay que ser conscientes de que en este país por donde se metía y aún se mete la cabeza, hay un perfecto desastre. En esos 40 años de la mal llamada democracia, los gobernantes parecieran destinados a acabar con este país.
Y hago esta referencia, impresionado por algunos eventos producidos últimamente, que conmocionaron la opinión pública y mostraron las costuras de una Venezuela sumamente frágil, donde los cuartorepublicanos no dejaron un Plan B ni para un remedio.
En diciembre, se comenzó a originar una alarma, porque Hidrolago iba a reparar la tubería de Tulé y quedarían sin agua los municipios Maracaibo, San Francisco, Jesús Enrique Losada y Mara. Afortunadamente, las labores se ejecutaron dentro del programa previstos. Funcionó el plan de contingencia, la ciudadanía acató el llamado, se hicieron los trabajos... todo resultó un éxito.
Pero lo que verdaderamente llama la atención es que no se concibe que una ciudad, si se quiere estratégica, fronteriza, como Maracaibo, depende de una sola tubería para el suministro de agua. No había posibilidad de abrir o cerrar una válvula, o algo por el estilo, para dar paso a un plan alternativo, que permitiera enfrentar la contingencia con el menor sacrificio posible de la población.
Similar situación observo en el cierre del viaducto Caracas-La Guaira. Hay una total emergencia y los planes de contingencia se desarrollan sobre la marcha. No había nada preconcebido.
De manera, que mi reflexión es que el gobierno bolivariano debe comenzar a trabajar en esa dirección. Obviamente, son consecuencias que padecemos del puntofijismo, pero que de la misma forma deben servir de experiencia a los bolivarianos.
Ya es hora de arrancar esos planes alternos, por lo menos en los aspectos que implican mayor envergadura. A la IV República se les cayó el puente sobre el Lago de Maracaibo, lo repararon y se les olvidó el asunto.
Pero quedó claro que eventos como ese, aunque resulten increíbles, suceden y no deben tomarnos desprevenidos. Existe un proyecto de vía sobre el lago que todavía no se ha iniciado y esa es, claro está, una alternativa en una indeseada emergencia, que ya sabemos puede ocurrir.
Igualmente se encuentra inconclusa la represe El Diluvio que se sumaría a la solución del agua en Maracaibo y seguramente en un momento determinado podría servir para un Plan B .
En todo caso, llegó el momento de actuar, sabiendo que Venezuela todavía tiene muchas partes flacas, descarnadas. Además, todos estamos conscientes de que Chávez asumió un país que dejaron en los huesos, pero actualmente el deber de la revolución es engordarlo...y ¡Ojo! no hay excusas.