Por mensaje de texto, el 21 de mayo me llegó la información sobre la muerte del expresidente adeco. Honor y gloria a las víctimas de El Amparo, respondí de inmediato al recordar que fue durante su gobierno cuando, el 29 de octubre de 1988, fuerzas represivas de las que era el Comandante en Jefe masacraron en el Arauca venezolano a 14 pescadores, a quienes confundieron con guerrilleros colombianos.
El sábado pasado, el libro Desaparición Forzada, autoría de Yahvé Álvarez y Oscar Battaglini, me refrescó otro siniestro acaecido en tiempos del líder acciondemocratista: Su gobierno hace estragos con los derechos humanos, a través de la nefasta práctica de la masacre en lugares recónditos del interior del país y cita de seguidas otra masacre: la de Yumare.
Como recuerda la página web del Partido Socialista Unido de Venezuela, aquel nefasto acontecimiento fue acometida a tan solo cuatro años de haberse cometido la Masacre de Cantaura en el estado Anzoátegui. Expresa la fuente que el gobierno adeco de Jaime Lusinchi, representado por el ministro de Relaciones Interiores, Octavio Lepage, y el jefe de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP, policía política durante la IV República), Henry López Sisco, volvió a ejecutar una operación dirigida a erradicar grupos de izquierda y el 8 de mayo de 1986 nueve dirigentes sociales fueron capturados y posteriormente asesinados por un comando de la DISIP, a las órdenes del entonces comisario López Sisco.
La historia está allí, silente pero informante. Todo ello, y mucho más, ocurrió durante el régimen de Lusinchi, el mismo al que el Estado venezolano rindió honores de Jefe de Estado durante su acto de sepelio el 23 de mayo.
No es el pretexto de este artículo mostrar inconformidad por el gesto de las autoridades revolucionarias hacia quien fue uno de sus más acérrimos perseguidores. Tampoco simpatías, pero sí dejar en claro -sobre todo a la derecha golpista y asesina- que por encima de cualquier diferencia ideológica, de credo o sabor, priva el respeto. Por más esfuerzos que hacemos, no llega nuestro ejercicio mental la posibilidad de que una iniciativa como esa partiera -en un supuesto negado- en sentido contrario.
Sin ir muy lejos, el presidente Nicolás Maduro se refirió así al deceso del exmandatario: Mis más sinceras condolencias a nombre de todo el pueblo venezolano por la muerte del ex presidente Jaime Lusinchi. A su familia le transmito nuestra condolencia, nuestro sentimiento de pésame.
Disciplinados como somos, en términos políticos, acatamos el proceder de nuestro gobierno no obstante que quien fuera pediatra se convirtiera, como compañeros suyos años después, en prófugo de la justicia.
Chávez vive...la lucha sigue!