Reinaldo Bolívar
Juan Bosco, fundador de la Congregación Salesiana, era hijo de una humilde familia italiana. Nació en plena restauración y división de Italia en 8 reinos. Huérfano de padre a los dos años, fue criado, junto a sus hermanos, por su madre y debió trabajar desde temprano para granearse sus estudios “Éramos campesinos que ganaban el pan de cada día, con el trabajo y el ahorro”. Don Bosco recordó siempre la frase clave de su madre para educarlos “Acordaos de que Dios te ve hasta vuestros pensamientos”
Don Bosco cuenta que su infancia se desarrollo en medio de las calamidades naturales, inseguridad y la escasez de alimentos “Mi madre alimentó la familia, mientras tuvo con qué hacerlo”. La vocación hacia los niños y jóvenes de Juan Bosco, sin duda está cimentada en su vida de luchas para superarse. Ir a la escuela en sus tiempos, era todo un sacrificio para un niño pobre. Su primera clase escolar fue a los 9 años. Tuvo el pequeño que costearse sus estudios. Para llegar a la escuela caminaba kilómetros descalzos para conservar al máximo sus zapatos. Soportó y venció con sus méritos la discriminación a la que pretendieron someterlo los maestros (sacerdotes) en el primer colegio.
Cuando decide ser sacerdote Juan sabe lo que significa el servicio pastoral: “Tienes obligaciones gravísimas. Al levantarse de la mesa, después de comer o cenar: yo he comido, pero ¿Y mis fieles? Tienes que dividir con los pobres lo que posees…Quiero entregar toda mi vida a los jóvenes”. En sus estudios y en su ejercicio cultivaría su vocación con la mayor frescura y energía, De joven fundo un club juvenil al que llamó “Sociedad de la Alegría” donde privaban las virtudes y los deberes escolares y “ser alegres”.
Siempre serán estos los principios orientadores del sacerdocio de Don Bosco y las enseñanzas que trasmitirá a los salesianos. Con una misión clara: los jóvenes más necesitados. No podría ser de otra manera, Juan creció entre niños y jóvenes necesitados que para hacerse un camino digno tenían pelearlo. Comprendió que su deber era la defensa, promoción y ejecútese de los derecho humanos como la educación, la alimentación, la vivienda, la recreación, entre otros. A ello consagró su vida en todo tiempo, en guerra y paz, en hambre y epidemias, contra políticos, contra poderes económicos, contra la propia jerarquía católica. Todo con caridad y dulzura, siguiendo el ejemplo de San Francisco de Sales. Y cumpliría a cabalidad su normas vidas.
Fundó oratorios, internados infantiles y juveniles, clubes deportivos. Para las niñas formó la congregación de las Salesianas hijas de María Auxiliadora a través de una humilde y gran mujer llamada María Mazzarello. La prioridad eran los más pobres, los abandonados a quienes por ningún motivo podían faltarle sus sagrados derechos.
No quiere decir esto que el revolucionario sacerdote no estuviera pendiente de lo que pasaba en su país. Antes bien estaba muy claro de que no podía dejar envolver sus ideales sociales en los estériles debates políticos “Dejar de lado la política” dijo en 1848. Y lo decía porque la ayuda y la atención a los niños y jóvenes pobres no podía someterse a las simpatías por uno u otro bando, o a las convicciones personales de un obispo o sacerdote. El tiempo no se detiene y como bien diría más de 100 después la Madre Teresa de Calcuta “No puedo perder 5 minutos en hablar de política, se me puede morir un pobre en el hospital”.
Para expandir su acción, en 1854, funda los Salesianos “Se nos ha propuesto hacer, con la ayuda del Señor y de San Francisco de Sales, una prueba de ejercicio práctico de caridad con el prójimo”
En esas palabras queda sintetizada la misión de los salesianos y las hijas de María Auxiliadora.
Seguro estamos que los llamados hijos de Don Bosco, conocen más fondo la biografía del gran santo juvenil. Sería bueno que en estos días le den un repasito y frente al Sacramento del Altar o una imagen de San Juan Bosco, se hicieran un examen de conciencia sobre su participación en el actual momento que vive Venezuela. Sobre todo Ignacio Velasco firmando decreto de disolución del Estado y dando discursos incomprensibles muy alejados de su formación salesiana. Y también esos sacerdotes y esas monjas salesianas que cierran las puertas de sus colegios olvidando que Don Bosco, autor del método salesiano de estudio ni los peores momentos de su vida y del país dio la espalda a los más pequeños.
Salesianos y Salesianas escuchen la voz de San Juan Bosco. Este es su mes. Recuerden que arriba hay un Dios que para abajo ve (Refrán popular)
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