Anoche, cuando presenciaba el programa LA HOJILLA que, según el “cultísimo” periodista Roberto Giusti, hermano del mayor depredador de la antigua PDVSA, no deberíamos ver los venezolanos, aunque habla de lo que vio o se dijo en ese programa, me enteré de una noticia que si había salido en la prensa capitalina (Nacional-Universal) lo ignoraba, pues desde el golpe de estado, jamás los he vuelto a comprar, ni siquiera leer titulare cuando están colgados en los quioscos de periódicos. La noticia es el suprimir el nombre de Sofía Ímber para el Museo de Arte Contemporáneo i que, ella sumándose a la campaña de desprestigio al presidente por su aparente ataque a los judíos, ella proclama que lo primero fue por eso: ser judía. La misma inmadurez i torpeza de muchos escuálidos, pero que no debía manifestar ella que ya está bien pasada de años. Precisamente, esa designación me había incomodado toda la vida, pero fue complicidad con Carlos Andrés Pérez i, para justificarlo más, se le llegó a dar el Premio Nacional de Artes Plásticas, a una persona que no sabe ni pintarse las uñas porque va al “salón de belleza”. Por esa conversación que tuvo en un programa, con el “granielito” gritón Miguel Ángel Rodríguez, con su voz enredada se mostró como una mártir resignada i buena, por lo cual Mario Silva que no tiene el menor temor de decir las verdades de frente, recordó cosa que decía en aquel programa BUENOS DIAS, donde nunca dejaba hablar a su segundo marido Carlos Rangel (ya era viuda del escritor Meneses) i según dicen algunos, Carlos murió porque se le paralizó la lengua, por lesión del hipogloso i quizá todo el glosofaríngeo, porque si no lo dejaba hablar en el programa i siempre lo interrumpía o cortaba, menos oportunidad tenía en la casa; igual que Marta Colomina con el poeta Hesnor Rivera, quien por cierto escribió un poemario titulado “La muerte en casa”.
Sofía se creía una crítica o profunda conocedora del arte, cuando que sepamos no hizo estudios especiales; le recordaron la pérdida de un Matisse, las iniquidades con un humilde artista merideño i yo quiero recordar la guerra que le hizo siempre al gran pintor venezolano Gabriel Bracho Oliva, un hombre internacional, artista del pincel i vitralista, autor del Gran Vitral del Fuerte Tiuna. De Gabriel hizo desaparecer de las paredes grandes óleos como los que estaban en el Congreso o a la entrada del Centro Vocacional “Octavio Hernández” en Maracaibo, donde está el Salón de Arte “Julio Árraga”. Recuerdo que en un gran mural realizado en la casa-museo de Gabriel en los Puertos de Altagracia, había pintado la agria cara de la Imber, en el fondo de un tonel que simulaba basurero, i por sus influencias, desde hace años vengo proponiendo que el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (el MACZUL) se llame como Gabriel Bracho, el más grande e internacional de los artistas zulianos; que una vez un delegado del CONAC, en Los Puertos, lo aceptó, pero sus influencia perversas nunca lo han permitido. Le recordaron el libro “Sofía la intransigente” (creo que así se llama) i la entrevista con Papillón, cuando lo que le preguntó fue, si él era marica i el francés le contestó: No hagas caso de esos dichos, Sofía, por que a mí me han dicho que tú eres puta.
Por otra parte, esta señora sin credenciales artísticas, favorecía a quien le diera la gana o adulara; cuando yo pensaba exponer en Caracas, mis amigo Luis Alfredo López Méndez i Tomás Golding, me aconsejaron que ni me acercara a ese museo i a esa escopetada dama. Así, ella quiso hacer del mal caricaturista Zapata, no solamente un genio del humor, sino un pintor de primera; i aunque este señor, Pedro León Zapata i que hizo estudios de pintura en México, la verdad es que es un pobre artista i un mal dibujante, que de hombre de izquierda que ridiculizaba con barato humor a la entidades de la IV República, se transformó por el mismo virus que se instaló o contagió a Petkoff, Manuel Caballero, Pompeyo Márquez o Américo Martín, como un escuálido más. Recuerdo cuando en Maracaibo decía refiriéndose a la Oficina Nacional de Trenes que, había allí fotos i pancartas de trenes maravillosos, muchas bellas muchachas listas paras entrarnos en un tren, …en fin: ¡Hasta olía a trenes! Por cierto que, la última vez que estuve mui de paso en el MACC, cuando estaba por votarse la aceptación de la Constitución i el No pertenecía a la oposición, pasé por una sala como un pequeño teatrito, donde un grupo que llenaba toda la sala, cantaban el Himno Nacional sin letra, sino con la palabra NO. No no no no…! Por eso he amanecido feliz pensando que se ha corregido un error i se ha dado una lección más de civismo. Para mí, les haría honor de nombre a los grandes clásicos venezolanos Michelena-Tovar-Rojas i Salas, o quizá uno de distinto estilo, como Armando Reverón. Jesús Soto, no fue propiamente un pintor; fue mediocre, pero como representante del Arte Cinético, de los primeros del mundo. Las designaciones de instituciones deben ser bien meditadas i fundadas en la realidad i la Historia aquí principalmente Historia del Arte.