Parece que los hechos nos están demostrando, luego de las elecciones internas para delegados al III Congreso del pasado 20 de julio, que el PSUV es un partido de vanguardia y no una correa de transmisión. Una vanguardia que ya no se puede definir simplemente por unas UBCH’s, aglutinadas alrededor de los miembros y testigos de mesas electorales, porque ese vínculo no crea relaciones orgánicas sino coyunturales.
En realidad la discusión no es sólo si el PSUV es un partido de cuadros o de masas sino también si es una vanguardia o una correa de transmisión como se le ha insistido en llamar recientemente. Si fuera esto último, los restantes miembros del partido que no se organizaron alrededor de las UBCH’s hubieran acudido masivamente a votar. Razón tiene el Presidente Maduro cuando identificó rápidamente que ese millón y medio de personas que votaron el 20J corresponde a quienes participamos activamente alrededor de los centros de votación (39.427 mesas electorales en 13.651 Centros de votación en las elecciones municipales pasadas) y todo lo que implica la organización de los procesos electorales por parte de la militancia política del PSUV en todo el país, partícipe hoy en lo que conocemos como UBCH’s. Es decir, podríamos decir que el sector más consciente del PSUV. Ahora habría que preguntarse si estos militantes se asumen a sí mismos como vanguardia o como correa de transmisión entre el gobierno y la base.
En la vanguardia están los más comprometidos, los más organizados, los que dan un paso al frente, los que no tienen que ser convocados, los que convocan. Perogrullada es decirlo pero a veces lo que es obvio hay que resaltarlo. Y es que un partido de la revolución está compuesto por aquellos que tienen la visión, que han entendido la necesidad de ejercer un nuevo liderazgo que se traduce en realidad en estar al servicio, en ser ejemplo, “fajarse” en organizar al pueblo en proyectos concretos de trabajos no sólo sociales sino políticos. En tener iniciativas. Porque el PSUV se tiene que convertir en la vanguardia de las transformaciones económicas, sociales y políticas, que implica la tarea de crear un nuevo tipo de relaciones que supere la lógica del capital y las desviaciones del sectarismo, el oportunismo, el reformismo. El PSUV no puede ser sólo un partido de gobierno, del poder constituido, sino el partido de la revolución bolivariana.
Es oportuno recordar el significado original del término vanguardia. Hace referencia a la parte de una fuerza armada que va delante del cuerpo principal, que está constituida por las primeras líneas de la formación de combate.
En la política, en lo artístico y en lo ideológico el concepto de vanguardia se utiliza para nombrar a la avanzada de estos movimientos. En este sentido, la vanguardia es lo que trae lo nuevo que escapa de la tendencia dominante y que sienta las bases de lo que queremos plasmar en el futuro.
Y es porque la vanguardia supone una renovación de formas y contenidos. Intenta reinventar sus bases y se enfrenta a los movimientos existentes. En un principio, la vanguardia es minoritaria y suele generar rechazo por parte de los círculos tradicionales. En las revoluciones verdaderas, las vanguardias no se separan de las masas, muy por el contrario las inspiran, las guían, están dentro de ellas siendo parte de sus propias organizaciones. Son aquellos que tienen a la revolución como su proyecto de vida. Los que viven para la revolución no los que viven de ella.
En este sentido hay una tendencia a confundir las vocerías de los movimientos sociales con el compromiso de asumir responsabilidades que va más allá del hecho de ser voceros. A veces uno se encuentra en reuniones donde todo el mundo quisiera ser vocero pero nadie asumir responsabilidades para ejecutar tareas o hacer propuestas concretas. Imagínense alguien que quiere ser vocero de una vanguardia pero no ser en sí mismo vanguardia. Entonces allí te conviertes en correa de transmisión no en motor, propulsor, iniciador, organizador. En ese momento los movimientos y el partido pierden fuerza porque no desarrollan liderazgos comprometidos que posibiliten la movilización sino que siempre se está esperando una respuesta de afuera, de algún organismo, de algún burócrata.
El partido revolucionario no es una correa de transmisión entre el gobierno y el pueblo o viceversa porque en sí mismo es quien desarrolla planes programáticos que persiguen la transformación del poder constituido, la movilización del poder constituyente para alcanzar sus objetivos. Es sólo aquí cuando en realidad ejerce su papel de vanguardia. Y los procesos electorales son sólo una parte de estos objetivos.
Es por ello que el PSUV debe discutir en su III Congreso un nuevo modelo de organización política donde su base no esté formada sólo las UBCH’s aglutinadas en los centros de votación, sino en los centros de trabajo, las empresas socialistas, las universidades, los ministerios, los sectores populares, las urbanizaciones. Rescatar de alguna manera las patrullas pero ya no sólo territoriales sino también en los lugares donde hacemos vida laboral, profesional, estudiantil para así garantizar vínculos más orgánicos que permitan al militante del PSUV y al partido conocer su realidad inmediata y así poder contribuir a las transformación planteadas, a corregir entuertos.
De esta forma el PSUV acompañaría al Poder Popular Comunal, a los movimientos sociales de una manera consciente. Enaltecería la forma de hacer política, contribuiría a la formación no sólo de sus militantes sino de los líderes sociales, orientaría en la medida de lo posible a la administración del estado.
Por allí alguien decía que se corre el riesgo de volver a la IV República, de adequisar los ministerios, de crear comisarios políticos. Nada más lejos. Un PSUV, concebido como un partido nuevo, organizado en todos los centros de trabajos privados o públicos, atraería a su seno a los mejores trabajadores, a los más honestos, a los más politizados. Elevaría los niveles de conciencia.
La experiencia de los partidos comunistas en países socialistas como China y Cuba en este sentido ha sido exitosa. De hecho para una persona ser aceptada dentro de sus filas tiene primero que tener el aval de la asamblea de trabajadores. Pero en el actual esquema de nuestro partido la membresía sólo se gana inscribiéndose en una página web. Habría que ver si esta es la forma más idónea de pertenecer a un partido de vanguardia. Cuando nuestro Comandante Eterno hablaba de combinar las dos figuras, es decir el de ser un partido vanguardia y al mismo tiempo un partido de masas no era para negar el carácter principalmente de vanguardia que debería tener nuestro partido en los momentos cruciales que vive el mundo.