¿Cuánto gana un diputado?

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Al hablar de un parlamentarismo de calle, pareciera que hablamos de unos diputados que, o no son de la calle, o al llegar ha ser diputados se olvidan que vienen de ella. En la psicología colectiva del venezolano la imagen de un diputado esta asociado directa y proporcionalmente a una gran camioneta, un teléfono celular corporativo, muchos asistentes y asesores detrás de él y en ocasiones, un buen restaurant, güisquis, viajes al exterior, televisión, declaraciones de prensa.
Ahora, la intensión de este nuevo parlamento pareciera estar asociado con relacionar la imagen de un diputado a la calle, la arenga, la organización popular, las asambleas de ciudadanos y ciudadanas, los consejos comunales de planificación en políticas públicas. Esto genera la expectativa de cambio, un parlamentarismo revolucionario, chavista, del “popolo”, un parlamento enmarcado en la doctrina de la Democracia en su estricto sentido, “gobierno del pueblo”, casi huele a “poder popular”.
Sin embargo, todavía huele a güisqui, no porque el güisqui sea malo, o porque un celular no sea necesario para mejorar la comunicación, o el paltó sea parte importante de la imagen de un diputado, sino por que la humildad no se compra, se desarrolla con el verdadero espíritu de entrega a lo popular desde lo popular.
Dentro de las imágenes y significados que desarrolla el venezolano, el éxito es una de las imágenes más efímeras, además porque nuestro mayor referente es un Cristo descalzo, traicionado y crucificado, un Bolívar que dio toda su riqueza por una empresa libertadora de la cual dijo al final de sus días “…he arado en el mar”, o un Chávez que intenta un golpe de estado que fracasa y que aceptando su responsabilidad dice “…por ahora”.
Esto, durante años se vio como fracaso, no como éxito, pero en nuestro “inconciente colectivo” (como diría un freudiano furibundo), esta presente otro parámetro distinto de éxito, nuestro éxito es como el éxito de Evo en Bolivia, es llegar a ser presidente para irse a reunir con los reyes de España con un “pool over” o poncho barato, es llegar a ser presidente para hablarle a la gente sin academia, popular, como Chávez, es morir por sus ideas y trascender a la muerte en la historia como el Ché, es ser el “Padre de la Patria” muriendo con la ropa prestada exilado de su país, es… ser revolucionario, cambiar los parámetros, es transformar lo normal y atreverse a cuestionarla.
Estimados parlamentarios bolivarianos y revolucionarios de la quinta república, camaradas, 11 millones de bolívares mensuales como dieta es una desproporción cuando acaba de subirse el sueldo mínimo a 467 mil bolívares mensuales, cuando un formador de formadores como lo es un profesor universitario instructor gana 945 mil bolívares mensuales (por cierto, lo mismo que un operador telefónico de un banco).
Invito a la reflexión desde la misma trinchera de lucha, un diputado o representante, mientras tengamos impuesto el sistema de la democracia representativa y no terminemos de pasar a la verdadera democracia, léase la participativa, no puede ganar veintidós veces más que un obrero al que representa, entonces, a quien está representando, ¿qué significa ser diputado?, será ser “puta” del Estado. Alerta camaradas, antes que la moribunda oposición vendida al imperialismo tome esto como bandera y destruya un parlamentarismo de calle, sin haber llegado a la esquina.


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Nicmer N. Evans

Director de Visor 360 Consultores, una piedrita en el zapato, "Guerrero del Teclado", Politólogo, M.Sc. en Psicología Social.

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