La mejor comunicación es la que se hace cara a cara con los beneficiarios de la comunicación, esto es, con los habitantes, con un pueblo que se comunica con los gobernantes y de estos con quienes le dan su voto de confianza.
Ello ¿qué significa?
Pues ocurre así cuando el gobernante cree y está completamente seguro de que él ejerce su cargo en función directa de quienes le han beneficiado con el voto. Quien gobierna no es un producto del mercadeo publicitario, que lo “vende” a través de las vallas, las cuñas, las entrevistas radiales o televisivas, como si fuese la última maravilla en materia de política.
Todo eso -al menos en Venezuela- quedó atrás con aquellos “expertos” que se decían grandes “vendedores” de candidatos, como aquellos que le pusieron aquellas chaquetotas de cuadros al fallecido Carlos Andrés Pérez y le hicieron hasta saltar charcos, etc.
Ya las personas no creen en esos embustes preparados y por los que cobraban inmensas cantidades de dinero, como quienes vendían a Venezuela como “una tacita de plata”.
Hoy día, afortunadamente, no le puede ser negado a Hugo Chávez el haber transformado ese tipo de extraña relación que existía entre candidatos y votantes, porque su propia forma sencilla de acercarse a las personas y comunicarse con ellas quebró -cual imagen de porcelana- un mundo ficticio, lleno de lemas, sonrisas y poses que los “fabricantes” publicitarios vendían a las organizaciones políticas de Latinoamérica y el Caribe, aunque algunos lo siguen haciendo, siempre con mentiras.
Las relaciones de los nuevos y revolucionarios y progresistas gobernantes de Latinoamérica y el Caribe tienen otro tono, ese que les da el calor de una vinculación mucho mas directa, un verse a los ojos, un escuchar muy de cerca y con un sentido mas de familia, de hermano, de padre, de compañero de la vida antes que un producto en una vitrina.
Quienes hemos escuchado a Fidel Castro, Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Rafael Correa, Evo Morales, “Pepe“ Mujica, valgan los ejemplos, apreciamos un lenguaje llano, directo, que va a los problemas, pero que también alude a las posibilidades ciertas de atacar esos grandes cuellos de botellas y que han mirado hacia el futuro.
El lenguaje fluido de estos políticos y su vinculación con las personas, les permitió desaparecer los diccionarios tipo caja negra que caracterizaron en el pasado a las candidaturas políticas y que solían hacer fiestas con aquellos mítines deslumbrantes de mentiras muy coloreadas, como se mantiene vigente todavía, en estos momentos en algunos partidos opositores no solo en Venezuela sino en otros países y que ahora, cuasi desplazados, el lenguaje pintoresco y de mentira regresa destartalado y es abanderado por los dueños de negocios, sujetos acostumbrados a vender cualquier tipo de producto a través de la mentira y el engaño.
No importa si el producto es bueno o malo, lo importante es vender, a como de lugar, al costo que sea y por eso es que también declinan pues ya la gente que ha adquirido conciencia -gracias a los nuevos líderes- sobre lo que es un país, su identidad, sus costumbres, sus recursos y sus inmensas posibilidades para crecer y ni se da por enterada de las viejass mañas que los opositores enarbolan intentando cautivarlos..
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