Se empeñan, sin ocultar la voracidad, en decir que donde habitamos los latinoamericanos es de su propiedad al considerarla como "nuestra región"
Pedro Estacio
Una de las burlas más grandes del mundo, por su desprecio a la humanidad, pero a la vez otra de las cientos de expresiones que generan carcajadas hasta en una noche de penumbra, ha sido el opinar -siempre tan falso y fantasioso de los funcionarios de la Derecha oligarca de Estados Unidos, como lo es unos de los presuntamente más importantes, al decir que es prioridad para el gobierno que preside Donald Trump "Trabajar por la libertad en Cuba, Nicaragua y Venezuela".
Si nuestro colega y amigo Aléxis González Mariche estuviese vivo, hubiese reído con muchas ganas en una de esas tantas ocasiones en las que almorzábamos juntos y donde también estaba el otro amigo León Olivier.
Y no se dan cuenta de lo que dicen al conversar o hacer tales anuncios, que escupen la inocultable voracidad y el desprecio a los demás cuando dicen -sin que les de pena- que "El hemisferio occidental es una prioridad para los Estados Unidos porque la seguridad y prosperidad de nuestra región afectan directamente la seguridad y el pueblo estadounidense" .
¿De dónde sacó la Derecha estadounidense, representada en esta oportunidad por los gobernantes republicanos de que nuestra región suramericana es de ellos?
¿Ya se ha dado el descaro la Derecha republicana estadounidense de no esconder más los sueños y aspiraciones que tienen -sin dejar de incluir acá las salivaciones- con nuestras tierras y recursos ?
Como escuché en un pasillo: ¡la gente se volvió loca!
Están tan disparatados que se les ocurre llamar "floreciente democracia" a los gobiernos anteriores a la revolución bolivariana, donde la gente era perseguida, encarcelada, apaleada, asesinada y además saqueada a través de los créditos del Fondo Monetario Internacional, FMI, y la cancelación de precios ínfimos por nuestras materias primas?
Y se atreven -ya no están con el uso exclusivo de los cipayos- ahora directamente, de llamar dictadura al gobierno legitimo de Nicolás Maduro, hijo de una nación en la que se han efectuado unos 23 procesos electorales con el sistema de elección más transparente del mundo y no como ese pobre proceso electoral -de segundo grado- con el que cuentan en la sede del imperio estadounidense y en el que se reparten -no son electos- los cargos y los beneficios de ese importante Estado y en desmedro de sus ciudadanas y ciudadanos.
Ninguna de nuestras naciones se ocupa de opinar sobre los que ellos hacen en su patio, pese a que la cantidad de desmanes que han hecho con sus propios habitantes viene a ser algo peor que lo que el cristianismo considera un pecado. Habría que buscar otra palabra que supere la connotación de lo pecaminoso.
Es Estados Unidos quien viene oscureciendo el planeta con su desaforada contaminación ambiental, con sus armas, con sus conspiraciones, con el saqueo de los recursos naturales de los países a través de sus corporaciones transnacionales, con la injerencia permanente en todas las áreas de la vida. Obscurece la vida de las personas dejando que sean despojadas de sus propiedades y duerman en las calles y parques y otros sean despojados de sus vidas al crear armas y grupos para hacer guerras y manejar a gobernantes inmorales.