Diez millones por el BUSHe

La oposición venezolana no tiene vida; su discurso unitario carece de
motivación y credibilidad, y sólo es estimulado por el odio irracional que
sienten por el Presidente. Una heterogeneidad ideológica que se pasea por
visiones ultraderechistas con amagos fascistoides y que cuenta con el
respaldo operativo de grupos de extrema izquierda con experiencia en el
anarquismo, atentan contra la posibilidad de convertirse en una
alternativa de poder o de contar con un creciente respaldo popular.
La falta de liderazgo entre quienes pretenden fungir como líderes,
imposibilita que los demás lo acepten como tal, lo que sumado a una
manifiesta incapacidad para generar una propuesta alternativa que goce de
aceptación popular, hacen inviables sus deseos de formar un bloque que
desplace a Chávez del poder.

Derrotados en todos los terrenos, optaron, erróneamente, por atrincherarse
en los medios de comunicación, creyendo que desde allí podían torcer la
voluntad popular y deslegitimar un gobierno que construye una esperanza y
siembra sueños de justicia y libertad. Terminaron cediendo el liderazgo a
los dueños de las corporaciones que manejan la información.
El resultado de la torpeza con que los nuevos ?amos? de la oposición han
conducido el juego político, no ha podido ser peor para los partidos y sus
dirigentes. La pérdida de espacios a nivel de gobiernos locales, la casi
total desaparición en los gobiernos regionales y el más reciente suicidio
parlamentario, han dejado a los dirigentes políticos sin fuerza ni
credibilidad, y a merced de unos dueños de medios, que ahora deciden la
conveniencia o no de que alguno de ellos exponga sus ideas y planes ante
la población.

Pero no son estos dueños de medios, sólo dueños de un periódico, de una
cadena de radio o de una planta televisiva; en realidad son poderosos
empresarios que por años han utilizado esos medios como palanca de presión
para obtener beneficios económicos y políticos. Su vinculación con los
centros hegemónicos de poder es de vieja data y está extensamente
documentada.
Fue precisamente con la anuencia y colaboración de estos mercenarios de la
información que el imperio desarrolló una larga estrategia de alienación
de nuestros pueblos, llevándoles a concebir el norte como la única opción.

El reemplazo de Tío Tigre y Tío Conejo por Mickey Mouse y el niño Jesús
por Santa, como dicen las viejas ridículas del este caraqueño, son sólo
una muestra de la transculturización promovida por los dueños de medios;
pero fue haciéndonos ver a los colombianos como potenciales enemigos, a
los bolivianos como un pueblo de hambrientos, a Centroamérica como un
grupo de países sin futuro y a Pinochet como el salvador de Chile; como
lograron frenar nuestra integración y desarrollo, y mantenernos como
neocolonias limitadas al suministro de materia prima y mano de obra
barata.

Mas Bolívar despertó como lo hace cada cien años cuando despiertan sus
pueblos. Su pensamiento recorre nuevamente Suramérica y convoca a la
integración, gracias al empeño y el trabajo del presidente Chávez.
Era lo que hacía falta, un líder carismático, comprometido e incansable;
el resto lo haría la vigencia del pensamiento del Libertador y la justicia
y amor por la patria que él encierra. No tardó, ese pensamiento, en hacer
suyas las almas de los hombres y mujeres de la tierra que lo vio nacer.
El resto de los habitantes de la patria grande se mantuvieron inicialmente
a la expectativa, pues no en balde tienen encima siglos de decepciones;
pero a luz de los resultados se han venido incorporando por millones a
este ejercito de soñadores; razón por la que hoy flamean banderas de
libertad, justicia y unidad desde Río Grande hasta Tierra del Fuego.
En el imperio están conscientes de que esto atenta contra su supervivencia
como tal, por ello declaran la guerra a Chávez . Sus cipayos locales han
puesto en práctica todo tipo de estrategia, pero han sido derrotados por
un pueblo que cada día está más consciente de quienes son sus verdaderos
enemigos.

Acostumbrados a torcer la realidad y la voluntad de los pueblos a punta de
campañas mediáticas, lucen a ratos desconcertados con un pueblo que no
reaccionan como ellos esperan a pesar de la intensa campaña desplegada
contra Chávez por todos los medios nacionales e internacionales, pero no
tienen, por ahora, otra opción. Con algunos ajustes van a emprender una
nueva arremetida mediática contra la revolución bolivariana.
La nueva estrategia está develada, se negarán a participar en las
elecciones en un intento por deslegitimar la reelección de Chávez y
justificar acciones de fuerza contra Venezuela. Más nosotros también
tenemos una estrategia: el dos de diciembre vamos a llenar los centros
electorales con la misma cantidad de gente que votó en el referendo
revocatorio, sólo que esos diez millones de venezolanos estarán allí para
ratificar su respaldo a Chávez y decirle al mundo que en Venezuela nos
damos el gobierno que nos da la real gana y no el que los gringos quieran
imponernos.

No es, en resumen, a la escuálida oposición venezolana a quien hay que
derrotar, ese trabajo ya está hecho. Es a quien les paga para que le
pongan la nación a su disposición a quien hay que infligirle una nueva
derrota.

Por ello vamos todos a incorporarnos a la Segunda Batalla de Santa Inés
con lo que debe ser nuestro grito de guerra: Diez millones por el BUSHe.


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Alexis Arellano


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