Ya se ha hablado de la incoherencia del venezolano; de la disparidad creciente que existe entre lo que hace y dice, y lo que siente o presiente respecto a su realidad. Aquí, por ejemplo, no se consigue a nadie que se declare políticamente conservador, aunque sea más tradicionalista que un requeté navarro.
Pero a la hora de la verdad, sin embargo, nadie se siente indio. Las mismas voces que antes denostaron a los españoles, también dicen: Menos mal que son pocos los indios que nos quedan… Es que la flojera del indio es cosa seria… Hacer negocio con Vicente es como meterse en el monte con un indio por baqueano…
Muchos objetos de clara procedencia indígena, como los caracoles, las flechas y los caparazones de tortuga que los aborígenes utilizaban como escudos, son tenidos como pavosos por los venezolanos; al igual que la música nativa y las escasas vasijas de interés antropológico.
Otro tanto sucede con el negro. Se dice: Negro de mi vida, negro de mi amor… Véngase pa’aca, mí negra bella… ¿Qué alegría y vitalidad del negro! Pero eso es de la boca para afuera, y si no, pregúntenselo con voz muy queda a los tres millones o más compatriotas de ancestro claramente africano… Esto de ser negro es una cosa muy seria. A la corta o a la larga a uno lo discriminan.
Si en Venezuela un 20% o más de la población son inconfundiblemente negra y más de un 70% paga su tributo a la raza esclava, ¿Por qué somos acusados de racistas por los pueblos afroantillanos? ¿Sabían ustedes eso? Buena parte de los problemas de comunicación que tenemos con esos pueblos son debidos a la discriminación que se hace en Venezuela a la raza negra. Hasta hace poco las leyes de la República prohibían la emigración negra. ¿Sabían ustedes eso? "El Presidente Santander dio instrucciones para que los embajadores de Haití fuesen objeto de discriminación frente a los representantes diplomáticos europeos, no obstante haber sido Haití la nación que no sólo reconoció a la nación venezolana sino que le suministró los medios necesarios a Bolívar para liberarla".
Es cierto que el racismo venezolano contra los negros es una tontería frente al que practican otros pueblos hermanos, y en particular en los extremos sur y norte del continente, pero aquí nadie acepta fácilmente tener ancestro africano, por evidentes que sean los rasgos étnicos:
Extranjero: ¿Entonces, Rita, tú tener sangre negra?
Rita: (Indignada) ¿Negra, yo, musiú? ¿Pero de donde sacas tú esos disparates?
Extranjero: (Cortado) Bueno… como oigo que tu padre te llama mi negra…
Rita: (Soltando la carcajada) ¡Ay, musiú, mira que tú puedes ser bien caído del catre! Me dice negra con cariño; pero yo no tengo de negra nada… mis abuelos son españoles.
Y Rita por más que sea una hermosa morena de pelo ensortijado con pulposos labios color de obispo, renegará enérgica, al igual que la mayoría de sus compatriotas, de su ancestro africano. En estos casos, a pesar de la pobre opinión que se tiene del indio, prefiere echar mano a la raza de Guaicaipuro, Chacao o Tamanaco para explicar por qué su piel tiene los hermosos destellos del cobre.
En Venezuela, ha escrito el Profesor Ángel Rosemblat, quien tenga una gota de sangre blanca pretende pasar por blanco; en los Estados Unidos es negro quien tenga una gota de sangre negra.
Como pueden ustedes ver, si los venezolanos despotrican de los españoles, desprecian a los indios y se avergüenzan de sus ancestros negros, ¿qué puede hacerse para poner orden en esta confusión de sentimientos, verdadero enemigo de la identidad nacional? De verdad que el paquete es serio. En estos momentos en que estamos cayendo como pistolos al rendirle homenaje al Padre de Las Casas, protector de los Indios. ¿Por qué? El buen sacerdote luchó a brazo partido para liberar de la esclavitud a los indios…
Sí, pistolo, por no decirte otra cosa, pero ¿acosta de quien los liberó? ¿No fue acaso a expensas de los pobres negros? Para él era muy malo que los indios fuesen esclavos, pero le importaba un carajo lo que les sucediera a los negros. Por obra suya, miles de africanos fueron arrancados de sus hogares y traídos como esclavos.
¿Cómo superar este pandemónium racial que nos embarga… y que para colmo nadie se atreve a plantear, soslayando el tema cada vez que se roza?
Pues haciendo precisamente lo que estamos haciendo: hablando de él, destapando la olla, poniendo las cartas sobre la mesa, ya que no hay nada vergonzoso ni que tengamos que ocultar. Sólo aquellos que se avergüenzan de tener sangre india o africana en sus venas, es decir, más del 80% de los venezolanos, son los que púdicamente evaden el tema o se refugian en los falsos aspavientos de Rita. No hay razas superiores, ni inferiores —como ya lo hemos comprobado— sino grupos humanos con rasgos étnicos determinados y en correspondencia con ciertos estados culturales de mayor o menor evolución, determinados en su atraso o evolución por circunstancias económicas y sociales que se hace preciso analizar.
¿Sabemos realmente cómo eran los indios de Venezuela a la llegada de los conquistadores? No es que vamos a salir con la babiecada de que si eran primitivos y que por esto debemos hacer un manto de silencio para no herir susceptibilidades. Claro que eran primitivos. ¿Por qué negarlo? La barbaridad no se hereda, sino que se trasmite de generación en generación si no median elementos correctivos. No es malo ni bueno por consiguiente hacer conciencia de lo que eran y cómo fueron nuestros ascendientes aborígenes.
Es también importante enterar al pueblo venezolano, a quien fundamentalmente van dirigidas estas historias, de cómo fue el proceso de africanización del pueblo venezolano; de dónde venían esos negros; como fue el horrendo fenómeno de la trata; que tipo de vida llevaban los esclavos. El negro y sus mezclas han sido tan maltratados que, de no hacerse esta aclaratoria de que al informar lo estamos haciendo con amor y con lealtad. La negritud —y válgame el término— involucra étnicamente a más del 40% de los venezolanos, y quizá mucho más que esa proporción si analizamos su proyección cultural.
Los africanos que vinieron como esclavos a Venezuela, a diferencia de la mayor parte de los indígenas de la Prehistoria, estaban a menos de dos siglos de atraso de los europeos. Desde el punto cultural, eran vitalmente poderosos. Lo que nos explica su honda proyección en nuestras costumbres, hábitos, supersticiones, música, alimentación y folklore.
Si la cultura precolombina en Venezuela, por su desarrollo rudimentario, casi desaparece ante los embates de la cultura hispánica, no sucede lo mismo con la población negra, quien colorea de tal modo los sectores populares y dirigentes que bien puede decirse, como tantas veces lo han dicho otros en relación a los pueblos caribeños, que nuestra gente, si bien es mestiza por raza y española de mente, es negra y mulata de corazón.
—Herrera Luque en la historia fabulada.
¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos Héroes de la Humanidad!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos!