Jamás la palabra humana, ese don de los dones, podrá tener empleo más glorioso como el de consagrarse a la defensa de la libertad.
En donde quiera que la Libertad es grande, la costumbre es imperiosa. Donde falta el freno de la ley escrita, pone el tácito asentimiento de todos, el freno de sus leyes convencionales. En ninguna parte de nuestra América el individuo es más libre, su conciencia más respetada, su palabra y su idea más independientes que en esta Venezuela, eterno objeto de nuestra admiración. El descuido nuestro, la facilidad con que suprimimos todo ceremonial, nuestras costumbres niveladoras e igualitarias, la ligereza con que salvamos todas las distancias, la familiaridad de nuestra conversación y de nuestras maneras no se conocen en ninguna parte, de nuestra América o quizá del mundo. Yo daría un tantico de nuestras costumbres niveladoras e igualitarias, a cambio del respeto a lo ajeno que jamás he visto practicado. Yo opto por el respeto a las leyes, que las debíamos cumplir tan rigurosamente como las leyes de la naturaleza. Los pequeños sacrificios que pueda exigírsenos, se compensan sobradamente con esa dignidad tan necesaria para los pueblos y tan satisfactoria como la voz de la conciencia tranquila y virtuosa para los individuos.
¡Libertad! Sí, libertad, que ella basta para la ruina del capitalismo burgués, libertad, verdadera libertad. Las leyes mismas del proceso industrial nos llevan a la socialización de los medios de producción, de los instrumentos de trabajo. Libertad, sí, verdadera libertad, no la libertad burguesa, libertad, la que el socialismo pide e irá bajando el dividendo del accionista, del mero capitalista que come sin trabajar, y subiendo el salario del trabajador, hasta que llegue el día en que cada cual goce del fruto de su trabajo y sólo de él. La libertad de uno no debe tener más límite que la libertad de otro, y, por tanto, no debe la burguesía ser libre en disponer, como hoy disponen, de esta propiedad, porque tal manera de disponer de ella limita mi libertad.
Es decir, que quien quiera se apodere de un medio de producción limita la libertad ajena, y que en esto, como todo, hay que remontarse al origen de las cosas, porque los que se llaman así mismos individualistas, pasan por alto el origen histórico de la propiedad privada y, una vez asentado el robo, deducen alegremente sus consecuencias. Todas las monsergas que nos largan suponen que los actuales posesores del capital tienen un derecho indiscutible a él…
Créanme ustedes, el verdadero fondo de la cuestión no es otro que este: ¿Prescribe el robo, más o menos consciente, una vez reconocido que fue robo? El que, gracias al robo, hubiera hecho al ladrón progresar a la sociedad no justifica a sus herederos, y, sobre todo…, Es detestable el ladrón y dañino el ladrón, no cabe duda, pero es peor el vago; puesto a elegir entre dos males, prefiero al bandido enérgico que se hace una fortuna, a su heredero, el vago que se la come sin necesidad de robar de nuevo directamente; hombres de iniciativa y arranque, aunque poco escrupulosos, y criminales, en el fondo, muchos de ellos, fundaron la actual organización industrial, a la que debe tanto la sociedad, porque ha centuplicado los medios de producción, y tal organización es la que acabará con la vagancia de los nietos de aquellos empresarios, nietos que apenas no saben más que ir a cobrar. Y, ¿saben ustedes cuál es el medio de facilitar la transformación social que tiene que venir forzosamente, aunque la burguesía no la quiera?, pues el único medio es libertad, libertad, nada más que libertad.
Es preciso convencerse de que cada día va borrándose más y más la distinción entre lo público y lo privado, que cada día se tiende más a que todos sostengan las necesidades de todos, sin distingos y no individualísticamente, que cada día crece la riqueza colectiva. Y los topos y miopes que se asustan de que llegue el día en que desaparezca la actual propiedad privada deben tener en cuenta que, a medida que tal propiedad se limita, crece la riqueza colectiva, y que es preferible vivir sin semejante propiedad privada, tal como hoy es, en una sociedad rica a ser rico en una sociedad pobre.
La organización socialista tiende a reducir las diferencias económico-sociales entre los individuos a las diferencias NATURALES en la capacidad de éstos para el trabajo, y a la vez a ir disminuyendo con el tiempo, gracias a la educación y la justicia, tales diferencias naturales, haciendo que sean cualitativas y no cuantitativas.
¡Gringos Go home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos Héroes de la Humanidad!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos!