¿Cuáles son realmente aquella clase de “muros” y “murallas” que tanto nos impiden la efectuación y maduración del Socialismo del siglo XXI en nuestra generosa patria, aunque fuere en expresiones muy larvarias?
Los señalamientos, observaciones, notas y “quejas” levantadas en las lecturas, los diálogos y las conversaciones ordinarias que solemos ensayar constantemente los venezolanos y venezolanas, por algún lado están matizadas sobre los asuntos políticos y de la política, en particular respecto al reconocimiento de la no presencia del socialismo en nuestra república, muy a pesar de estar él gubernativa y oficialmente declarado.
En tan “exquisitas” tertulias se subraya el hecho según el cual nuestro país persiste en favorecer unas habituales prácticas de sentido, vinculantes mayoritariamente al fortalecimiento de mercado capitalista, el consumo, la división, uso y explotación del trabajo ajeno, la fragmentación de saberes, las relaciones de subordinación, las mentalidades y valoraciones de talante individualistas, despóticas y autoritarias, etc.
Se destaca como registro notable (en las conversas) el que dichos ejercicios y valoraciones se encuentran totalmente reñidas (pleitadas) con el ideario socialista de una sociedad distinta y realmente alternativa al capitalismo, nada explotadora de unos ni de otros, con rostro y talante verdaderamente humano, muy solidaria por todos lados, productiva y diligente, con poco Estado, etc.
Suerte de marcas estelares (bonitas) éstas que no nos aparecen por ningún lado ni costado del país y la sociedad que realmente tenemos, en tanto que aquello que en verdad está colocado rutinariamente como lógica de sentido, como modo de vida y habitus (Bourdie), son un extenso continente de motivaciones, “encantos”, sudoraciones y “seducciones fuertes de tenor eminentemente capitalista bañándonos por doquier.
Cuando las conversas en cuestión apuntan a destacar unas ciertas limitaciones que (efectivamente) van presentando ahora tanto el mercado como el consumo de cualquier bien o servicio dentro de la Venezuela Bolivariana, las cuales en más de una “buena conciencia” pudiera ser interpretado como clase de “golpes” o “desmoronamiento” del capitalismo instalado internamente, opera en los dialogantes amplio consenso para señalar que tales situaciones están sumamente motivadas más por el ejercicio de políticas públicas erradas, especialmente en su variante económica y cambiaria, que por una suerte de giro en la propia acción del gobierno, de cambios significativos operados en la dirección del Estado o replanteamientos de conductas y acciones “reflexivas” en los comportamientos y desempeños ciudadanos que efectivamente vamos desplegando -unos y otros- por doquier.
En tan ligeros encuentros comunicacionales callejeros -todas unas potentes y contingentes “comunidades de habla”- vamos sacando en limpio que, en lo sustantivo, aquel imaginario de país, sociedad y cultura presente en quien-es para los años en que el extinto Comandante Chávez llega a Miraflores, (1999) alcanzaban a tener unos 15, 20, 0 25 años, sigue reproduciéndose y manteniéndose, prácticamente incólume, tanto en esos continentes de muchachones y muchachonas que ahora pudieran tener edades coetáneas a los 25, 30 o más años, como -por rebote- en aquellos otros“ jóvenes” que ya se fueron (nos fuimos) haciendo al momento algo mayorcitos y longevos.
Los diálogos y dialogantes constatan e informan que ahora (a copia del tiempo recientemente pasado) la pasión y la prisa de unos y otros, unas y otras, por consumir alocadamente Coca-Cola, hamburguesas, carros, títulos, casas, dólares y cuanta suntuosidad o baratija localicemos por aquí y por allá, en ordenar la vida en clave de una suerte de país y sociedad a la medida de los tantos “Yo” realmente existentes, prosigue su tendencia inclemente y voraz, apenas menguada por un mercado interno vuelto circunstancialmente problemático y un gobierno mermado en divisas extranjeras.
La generación de la vida en nuestra sociedad nacional/global con arreglo -casi exclusivo- al deseo tiránico que habita en la caja craneana, la sensibilidad y el imaginario portado por el cada quien y el cada cual, bien sea en el trabajo, el hogar, el estudio o la recreación, afirma hoy día su acostumbrada “marcha histórica” y cultural establecida, con plena compañía de una Estado devenido devorador, lapidario y enfermizo.
Los caros sueños por llegar a ser pronto doctor, ingeniero o pelotero de las grandes ligas, pero nunca albañil, carpintero, mecánico, peluquera o latonero, lejos de habérsenos nublado con la llegada de Chávez y la revolución, nos siguen acompañando fuertemente por cualquier lugar y “no lugar” donde habitualmente hagamos paradas y cadencias.
La “comunidad de habla” en cuestión no pareciera desconocer ni ignorar que en los 15 años de revolución bolivariana causados no se hayan ocasionado movimentalidades importantes y valiosas, con grandes alcances y repercusiones tanto individuales como colectivas, sobremanera con muchos beneficios para nuestras más “débiles” poblaciones sociales, el asunto está más bien en reconocer –señalan los parlantes y parloteos referidos- que en tal temporalidad, el viejo país y los imaginarios culturales establecidos hace rato –con claros amores y pasiones por una suerte de “capitalismo tropical”- siguen totalmente estacionados, “vivitos y coleando” en nuestra extensa y heterogénea patria, ante lo cual el asunto (los asuntos) y agendas pertinentes al Socialismo del Siglo XXI apenas si nos emergen como jingles de ocasión.
Tal vez una de las preguntas que hemos de hacernos al final de este ligero espéculo sea aquella que interroga brevemente a unos, otros y a nosotros mismos con el siguiente texto: ¿cuáles son realmente aquella clase de “muros” y “murallas” que tanto nos impiden la efectuación y maduración del Socialismo del siglo XXI en nuestra generosa patria, aunque fuere en expresiones muy larvarias?
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Docente/investigador universitario.