Carta de Bakunin a Francisco Mora


Locarno, 5 de abril 1872.

Querido “aliado” y compañero: Nuestros amigos de Barcelona me han invitado a que os escriba. Yo lo hago con tanto más placer que he conocido que, tanto yo como mis amigos, nuestros aliados de la Federación del Jura, somos víctimas de las calumnias del Consejo General de Londres, en España como en todos los países. Es una cosa bien triste, verdaderamente, que en estos tiempos de crisis terrible donde se decide, para bien de decenas de años, la suerte del proletariado de Europa entera, y donde todos los amigos del proletariado, de la humanidad y de la justicia deberían unirse fraternalmente para hacer frente contra el enemigo común —el mundo de los privilegiados organizados en Estado—, es bien triste, digo, que los hombres que, por otra parte, han prestado grandes servicios a la Internacional en el pasado, empujados hoy día por una mala pasión autoritaria, se rebajen hasta la calumnia y siembren la división en lugar de crear la fuerza. Para daros una idea justa de las tendencias que nosotros perseguimos, yo no tengo que deciros más que una cosa. Nuestro programa es el vuestro, lo mismo que lo habéis proclamado en vuestro Congreso el año pasado, y si vosotros continuáis fieles, estáis con nosotros, es por la simple razón de que nosotros estamos con vosotros. Nosotros detestamos el principio de dictadura, gubernamentalismo y autoridad, como vosotros lo detestáis; nosotros estamos convencidos de que todo poder político es una fuente de depravación infalible para los que gobiernan y una causa de servidumbre para los que son gobernados. Estado significa dominación, y la naturaleza humana está hecha de tal forma que toda dominación se traduce en explotación. Enemigos del Estado cuando menos en todas sus manifestaciones, no lo queremos soportar tampoco en el seno de la Internacional.Nosotros consideramos la Conferencia de Londres y las resoluciones que ha votado como una intriga ambiciosa y como un golpe de Estado; por esto hemos protestado y protestaremos hasta el fin. No me refiero a las cuestiones personales. ¡Ay! Ellas llenarán demasiado el próximo Congreso Universal si este Congreso tiene lugar, lo que, por mi cuenta, sospecho mucho, porque si las cosas siguen andando del mismo paso, pronto no quedará ni un punto en el continente de Europa en donde los delegados del proletariado puedan reunirse para discutir libremente. Y en estos momentos todas las miradas están fijas en España y sobre el resultado de vuestro Congreso. ¿Qué saldrá de él? Esta carta la recibiréis, si llega, después del Congreso. ¿Os encontrará en plena revolución o en plena reacción? Todos nuestros amigos de Italia, de Francia y de Suiza esperan noticias de vuestro país con ansiedad. Usted sabe, sin duda, que en Italia, en estos últimos tiempos, la Internacional y nuestra querida Alianza han tomado un gran desarrollo. El pueblo, así el del campo como el de las ciudades, se encuentra en una situación completamente revolucionaria, es decir, económicamente desesperada, y las masas comienzan a organizarse de una manera muy seria, sus intereses empiezan a hacerse ideas. Hasta hoy, lo que había faltado en Italia no eran los instintos, sino, precisamente la organización y la idea. La una y la otra se constituyen de suerte que Italia, después de España, con España, es tal vez el país más revolucionario de esta hora. Hay en Italia eso que falta en otros países: una juventud ardiente, enérgica, totalmente desplazada, sin carrera, sin salida, y que, a pesar de su origen burgués, no está, ni moral ni intelectualmente, agotada como la juventud burguesa de otros países. Hoy día se lanza locamente al socialismo revolucionario con todo nuestro programa, el programa de la Alianza.Mazzini, nuestro genial y poderoso antagonista, ha muerto; el partido mazziniano está completamente desorganizadoy Garibaldi se deja cada vez más arrastrar por la juventud que lleva su nombre porque va o corre infinitamente más lejos que él. Envié a los amigos de Barcelona una dirección italiana. Pronto les enviaré otras. Sería bueno y necesario que los “aliados” de España se pusieran en relación directa con los de Italia. ¿Recibís los periódicos socialistas italianos? Yo os recomendaría, sobre todo, La Igualdad, de Sicilia; La Campana, de Nápoles; Fascio Operaio, de Bolonia, La Gaceta Roja; pero, sobre todo, El Martillo, de Milán, desgraciadamente secuestrado y todos sus redactores encarcelados. En Suiza os recomiendo dos aliados: James Guillaume, Suiza, Neuchatel (5, rue de la Place d’Armes), y Adhemar Schwitzguebel, grabador, miembro y secretario corresponsal de la Federación del Jura (Suiza, Jura, Berna, Sonvillier, Mr. Adhemar Schwitzguebel, grabador, seguido de la dirección.)Yo os ruego salude de mi parte al hermano Morago y ruégole que me envié su periódico.¿Recibe usted el Boletín de la Federación del Jura?Queme esta carta, se lo ruego, porque contiene nombres. Alianza y fraternidad: MiguelBakunin.

—Así se expresaba Francisco Mora, el primer secretario y uno de los fundadores de la Sección Española de la Internacional, fundador a su vez del Partido Socialista, escribió una breve historia del movimiento obrero hasta principios del siglo XX, Historia del socialismo obrero español, en la que aparece constantemente la condena de la labor realizada por el anarquismo en el seno de la Primera Internacional. Bakunin se había equivocado al enviar una carta a quien consideraba un “aliancista” ignorando que era fiel internacionalista.
Desde que el Consejo General publicó su manifiesto en defensa de la Comuna de París —dice Mora en su Historia del socialismo Español— haciéndose solidario de todos sus actos y reivindicando para la clase obrera la gloria de aquel llamamiento de carácter social, la burguesía de todos los países y sus representantes políticos, los gobiernos, declararon abiertamente la guerra a la Internacional, guerra que antes se hacía de una manera sigilosa, embozada. Esta guerra se acentuó de una manera notable al tomar la Conferencia internacional de Londres su famosa resolución sobre política obrera. Se tramó entonces una conjuración con el objeto aparente de combatir al Consejo General por autoritario, pero, en realidad, para destruir la organización amenazadora de la Internacional. En esta conjuración entraron desde la célebre Alianza Internacional de la Democracia Socialista, hija burguesa de la Liga de la Paz y de la Libertad y madre del anarquismo demoledor, hasta la prensa reaccionaria y policiaca de todos los países. Conjuración alentada y protegida por la burguesía y los gobiernos y sus servidores, que veían en la nueva marcha emprendida por la Asociación Internacional de los Trabajadores el fin de su dominación y la pérdida de sus privilegios.
El Consejo General publicó una circular privada en la que puso de manifiesto los propósitos que animaban a los enemigos declarados y encubiertos de la Asociación; pero poco a poco, y merced a toda clase de intrigas, se introdujo el desorden en la Internacional, pretendiendo los conjurados intrigantes sustituir una admirable organización, hecha para la lucha por la emancipación obrera y fiel expresión de las necesidades de esta lucha, con la abstención de la clase obrera en materia política, la autonomía de las secciones, el “antiautoritarismo”, la anarquía y demás zarandajas burguesas, logrando al fin dividir la Asociación en dos fracciones distintas y paralizar el movimiento obrero más grandioso que hasta entonces se había conocido.
Así se expresaba Francisco Mora. Con todo ese prólogo de incidencias, con todos esos antecedentes de una labor de zapa sistemática, llegamos al V Congreso de la Internacional, el de La Haya.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Venceremos!



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Manuel Taibo


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