Publicado en Todosadentro el sábado 4 de marzo de 2006
De un cierto tiempo para acá los procesos de elección popular devienen en escenarios de preocupación y máxima complejidad para los sectores dirigentes de la oposición venezolana. Desde la contundente victoria recibida por el presidente Chávez en diciembre del 98 hasta las recientes elecciones de diputados del 2005, una tensión política y sobre todo existencial recorre cada vértebra del cuerpo oposicionista, no existe un solo hueso sano en garganta alguna de la vocería Bushista en el país, que no haya experimentado la presión de destemplados gritos en contra del Consejo Nacional Electoral y cada una de sus novedosas adquisiciones para garantizar la transparencia en el ejercicio del voto. Parece que la institución del voto ha alcanzado un cierto nivel subversivo a los ojos de quienes dirigen a los seguidores de Bush en la patria de Bolívar.
Por supuesto que el voto en sí, el proceso electoral como tal no contiene nada de radical o subversivo, estos son actos que sintetizan, entre otras cosas, la voluntad de los electores; los grados de participación en la medida que la tecnología simplifica el proceso y hace mucho mas transparente la decisión tomada por aquel que hace ejercicio de su derecho. Lo subversivo o radical tiene otro domicilio y es la cotidianidad, esa conciencia que no se alquila o se compra con recursos materiales sino que se adquiere en el proceso mismo de acompañamiento y defensa de vivencias bastante cercanas o por lo menos parecidas a nuestra propia vida. El peligro, la radicalidad descansa en que por fin el hombre y la mujer venezolana, se topa con un sujeto que por ahora, es el máximo dirigente del país pero que sin embargo, pareciera ser más el vecino, el amigo, el compañero, el padre, el hijo, el tipo con historia personal muy parecida a la de cualquier muchacho de nuestro pueblo. Un ser que desenterró en menos de una década toda la rebeldía caribe e independentista de nuestra historia, que hoy cabalga en cada rincón de la patria.
Si, la institución del voto es un peligro para las clases pudientes y oligárquicas, pues mediante ese proceso se legitima un programa, un plan de trabajo que a pesar del saboteo de esos mismos sectores, ha logrado mitigar el estado de miseria inhumanidad en que mantenían al glorioso pueblo de Bolívar. Allí esta el problema, es necesario para las empresas privadas de comunicación y demás sectores privilegiados acabar con el mecanismo que antes, mediante trampas y abstención de vastos sectores, los legitimaban; les daban una patente de corzo mediante la cual negociaban nuestra riqueza petrolera, así como otros recursos colocados por la mano de Dios en estas tierras.
Entonces, así como a los delincuentes los convierten en inocente mediante la fortaleza de sus empresas privadas de comunicación; del mismo modo como exculpan o condenan sin ser ellos jueces; así como abren procesos investigativos y sancionan normas de comportamiento sin que ello sea función o derecho de los dueños de televisoras, radios o periódicos irresponsables; pues de igual forma pretenden hoy eliminar la institución del voto, descalificando a la actual directiva del C.NE., para luego ir hacia el desmontaje del andamiaje tecnológico y luego empantanar al país todo creando matrices de opinión dirigidas a REVISAR los resultados electorales anteriores así como a destituir al Presidente y demás instancias elegidas por vía del sufragio universal recientemente.
Señores de la oposición venezolana, nadie más que ustedes saben cual es el escenario donde tienen que confrontar a Chávez; ustedes saben que ese escenario es la intuición colectiva que como una sola voluntad va tras las promesas, hechos cumplidos o por cumplir del Presidente. Esmérense: saquen a Chávez del imaginario colectivo de este pueblo. Luego de cumplir con esa tarea vayan entonces tras de Jorge Rodríguez; de Isaías; del Defensor del Pueblo; del Tribunal Supremo de Justicia; de
¡Solo el pueblo, salva al pueblo!
Luis Villafaña
M13-PNA
C.T.R. León Trosky
Negrohereje@hotmail.com