2015: Feliz y venturoso nuevo año para la revolución bolivariana

Lingüísticamente hablando, nuestra tradición judeo-cristiana está henchida de una biblioteca sumamente esperanzadora, toda deseosa de buenos augurios para los hombres y mujeres portados por buenas voluntades.

Por tradición (y no por historia) los días decembrinos, especialmente aquellos bien cercanos al término de cada año, nos vienen y viven dando la oportunidad a unos y a otros para soltar y recibir a borbotones misivas breves del tipo: "Feliz año nuevo"; "Próspero año nuevo"; Venturoso año nuevo"; "Que la paz y la dicha estén contigo y tu familia en el nuevo año" etc.

En suma, se trata de un ferial de extensos "buenos" deseos que largamos y nos largan para que los cuerpos, los asuntos y las agendas de cada uno y de todos se hagan realmente efectivas en el nuevo tiempo que habría de iniciar pronto.

Agarrados de esta rica tradición, quisiéramos hacer nuestras tan bellas y sonoras palabras de parabienes para otorgárselas enteras, ya no tanto a personas o familias en particular, sino, muy especialmente, a un proceso, una clase de gobierno, una experiencia y unos timoneles que en verdad las necesitan, y mucho.

Las críticas, las observaciones o las notas a "pie de página" que en distintos momentos hemos venido aupando respecto a la revolución en curso, no nos vuelve (para nada) extraños con la generosidad sincera para con el prójimo, en tal sentido nada mejor que este fin de año ya en despedida, por lo demás sumamente problemático para la patria, para desearle a la revolución bolivariana, a sus tantos equipos, cuerpos, mentalidades, voluntades y sensibilidades un inmediato 2015 cargado de pletórica salud, espesa dicha y abundante prosperidad.

Bien sabemos que la buenas nuevas no dependen exclusivamente de aquella voluntad piadosa que desea las mejores condiciones materiales o espirituales para un otro u otros, que para los pueblos y culturas de fe (cristiana) el advenimiento del bienestar y la prosperidad anhelada para el vecino descansan en parte importante de suyo en la buena vibra que al momento tenga en portación ese donante del bien, sin embargo tales esperanzas no avanzarían mucho, tantos regalos de dicha no lograrían su cometido efectivo si los deseos del generoso no encuentran igualmente unas ciertas correspondencias y una determinadas receptividades en esos cuerpos y voluntades por quien, sobremanera, en éstos días doblamos campanas de bien.

Ojala que la atmósfera decembrina y sus efusivos cantos de alegría, de dicha, unión, paz, salud y bienestar le lleguen (también) en abundancia al gobierno del presidente Maduro y sus equipos de trabajo, pues bien sabemos que la felicidad, unión, salud y bienestar tanto anhelada por la patria, por unos y otros venezolanos y venezolanas, gravita en parte medular sobre el buen (o mal) tino que tengan los administradores de la nación en todo lo que traduce el arte y acto de gobernar para todos.

Ojalá y los hermosos cánticos y campanadas a resonar por todo el país este 31 de diciembre le lleguen directo a la sensibilidad y al razonamiento de quien fuera señalado como el hijo directo de Chávez para conducir con alta sensatez, cordura, economía, mesura, sensibilidad, apremio y limpieza los bienes públicos de la república, pues visto el panorama de nuestras finanzas petroleras y la lánguida economía nacional, las oraciones y guirnaldas de buena fe y de mucha suerte que ahora intentamos regalarle a nuestro presidente obrero, lejos de estar sobrando, de seguro le podrían hacer mucha falta.

¡Feliz y venturoso año nuevo presidente Maduro y revolución bolivariana!



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Edgar Balaguera

Antropólogo, Sociólogo, Magister en Ciencias Políticas, Doctor en Ciencias para el Desarrollo. Docente.

 edbalaguera@gmail.com

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