En nuestra Venezuela post Chávez: La dirigencia política de hoy día se encuentra ante una alternativa dramática pero igualmente clara: hacer del país el núcleo de civilización autónoma o dejar que se convierta en un anexo de los Estados Unidos. El desbordamiento gringo impulsa permanentemente a los vacilantes países de nuestra América hacia el segundo camino, y existe el peligro de llegar a un punto irreversible por la incapacidadde nuestra clase dirigente, antes de que los niños que hoy tienen diez años alcancen la edad del voto. Pero el mal no reside en la rapacidad americana, sino en la incapacidad y la avaricia de nuestra clase dirigente, y en el vacío cavado por ellos mismos. De ahí que las restricciones, las prohibiciones y las represiones, provocadas o deseadas, no resuelven la cuestión, o sólo la resuelven en una pequeña parte.
El resurgimiento es concebible, es todavía posible; más para ello habrá que vencer formidables Inercias. Y no es que exija “sacrificios”, en el sentido literal de la palabra. Por el contrario, si Venezuela ha de ser dueña de sí misma tendrá que acrecentar más rápidamente su poder, su riqueza humana y, en definitiva, el bienestar de su pueblo. Pero adaptándose a la competencia, romper con las rutinas, mancomunar recursos divididos por innumerables particularismos, someterse a nuevas y rigurosas normas de administración, dejar de “robar” y derrochar dólares.
Los venezolanos consideramos la autodeterminación como un derecho adquirido; no llegan a imaginar que este derecho pueda serles realmente discutido. La participación del pueblo en la organización política, de su estilo de vida, de su porvenir, les parece absolutamente natural. Y es lógico que así sea; esbozado en medio de la esclavitud de la antigua colonia.Ejecutada nuestra Independencia por los libertadores, extendido al campo económico por la inspiración socialista del Comandante Chávez. Estos principios de autodeterminación es un producto venezolano.La excepción democrática haría creer en el milagro del “azar”, si la Historia no demostrase que es fruto de una idea fija, presente en todas las doctrinas que moldearon el pensamiento venezolano, y lo bastante vivaz —al menos hasta hoy— para soportar las catástrofes y sobrevivir a las peores alteraciones. Esta voluntad de autodeterminación, liberándose primero de las opresiones de la naturaleza física y, después, de las amenazas de la naturaleza social, es la meta de nuestro pueblo.
El día en que se debilitase hasta el punto de que el pueblo venezolano permitiese que alguien “más grande que él” se tomara el trabajo de abrirle camino, el impulso de aquel pueblo se quebraría, como se quebraron, hace varios siglos, otras civilizaciones. El fracaso sería nuestro telón de fondo. Sin tener que caer en la miseria, conoceríamos muy pronto la fatalidad, la depresión colectiva provocada por la impotencia y la renunciación.
Pues sería imposible ceder a los imperialistas gringos el “sector económico” y dirigir a su manera, como algunos podrían creer, los sectores político, social y cultural. La realidad no conoce estos compartimientos. Seguramente, “no veremos a la comisión gringa administrando directamente nuestro país”. Los electores seguirán votando; los sindicatos, reivindicando; la Asamblea Nacional, deliberando. Pero en el vacío. Definidos por el comportamiento de la Potencia dominantelos ritmos de crecimiento, las prioridades de inversión, los repartos de las rentas nacionales, no hace falta imaginar los coloquios secretos entre los banqueros de Wall Street y los “dirigentesburgueses” para comprender que todo lo esencial escapará a los procedimientos de los intereses de nuestro país.
Cuando eso suceda: La clase dirigente venezolana se formará en Harvard, según un proceso ya iniciado. Logrará, seguramente, convertirse en una especie de oligarquía gringa e influir, incluso, sobre las orientaciones. Pero en este caso se levantará una barrera complementaria entre gobernantes y gobernados: la disposición del saber vivir gringos constituirá un privilegio más separador, aunque de otra manera, que el título de antiguo alumno del Politécnico o de Oxford.
Algunas firmas dominantes, filiales de las Grandes Corporaciones sión-imperialista, determinaran la naturaleza de las relaciones sociales y las condiciones de existencia de nuestro pueblo; métodos de trabajo, relaciones humanas en la profesión, criterios de remuneración y de promoción, sistemas de seguridad de empleo. Sus patronos, sean venezolanos o gringos, serán ellos mismos unos comisionados, dotados de cierto margen de iniciativa, pero encuadrados en la estrategia que las Grandes Corporacionesgringas tienen por costumbre —y por deber— dictar a sus departamentos en el mundo.
Los objetivos de la Revolución, es, revolucionario: destruir el privilegio, establecer la igualdad en una sociedad sin ricos ni pobres, empujada hacia la acción revolucionaria por las masas populares, auténtico motor, cuyas reivindicaciones propias y la crisis económica, al persistir hasta ahora, contribuyen con la estabilidad política.
Camaradas del Comando del PSUV:
¿Vamos a liquidar la revolución o vamos iniciarla…? Un paso de más sería un acto funesto y culpable. Un paso de más en la línea de la libertad sería la destrucción de la burguesía. En la línea de la igualdad sería la destrucción de la propiedad. El pueblo se cansa. El pueblo aspira a disfrutar del fruto de sus esfuerzos. Estamos en vísperas de lamentar todos los sacrificios que hemos hecho por la Revolución.
¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias pezuñas de la América de Bolívar, de Martí y de Chávez!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!