Buenas tardes mi General. ¿Desde cuándo nadie te escribe una carta? Escriben de ti, a favor y en contra de ti, pero ¿cuándo fue la última vez que te escribieron a ti? ¿Será porque la gente no sabe a dónde enviarte las cartas? ¿Será porque nos enseñaron muy poco sobre ti cuando fuimos a la escuela? ¿Será que los niños casi no te conocen, mi General? ¿A dónde habré de enviarte esta carta? ¿Te la mando a La Carraca? ¿a tu casa de Londres te la mando?, ¿la mando al Panteón Nacional que todavía te espera? ¿Cuántos te piensan mi General?
Ultimamente te nombramos bastante, casi podría decirse que estás de moda. Pero al nombrarte me pareces un fantasma resucitado del olvido y en seguida me doy cuenta de lo poco que te conocemos General Miranda. ¿Cómo haremos entonces para quererte? Hace poco el remordimiento me hacía pedirte perdón por el olvido y la ignorancia. Sin embargo, hoy te escribo para darte las gracias. Gracias por darnos el primer símbolo de la patria. Gracias a ti aprendimos amar a la patria comenzando por la más hermosa bandera. Como la gratitud engendra compromiso cuando es sincera, hoy quiero hacerte algunas promesas. General Francisco de Miranda, junto a muchos venezolanos conscientes, te prometemos:
Que no te seguiremos divulgando, reimprimiendo y recordando por ese cuadro que prolonga tu presidio en La Carraca. Porque será una obra de arte muy bien pintada pero encierra una gran incoherencia: la personificación de la libertad inmortalizada en una celda.
Que contaremos a nuestros hijos la verdadera historia del triunfo que significó tu vida.
Que aclararemos, para las generaciones futuras, la verdad sobre ese triste malentendido alimentado de intrigas, que nos enseñó a verte distanciado de tu gran amigo, nuestro amado Libertador Simón Bolívar.
Que nuestros hijos conocerán el nombre de tus tres barcos tanto como el de las tres carabelas de Colón.
Que no permitiremos que tu continente ni tu patria natal se siga fragmentando. Porque una porción del todo no atentará jamás contra los lazos de unidad nacional atados para siempre por tu bandera.
Que tu patria no volverá a ser un bochinche.
Que muy cerca de este lugar construiremos una réplica del barco Leander y tu bandera volverá a ondear libremente en el palo mayor, para que todos los niños de Venezuela te conozcan jugando a ser parte del primer ejército libertador; repitiendo en coro tu juramento, aprendiendo los episodios más apasionantes de tu vida o fotografiándose uniformados como el General Francisco de Miranda.
Que cuidaremos y embelleceremos este hermoso Parque del Este hasta hacerlo digno de tu nombre, para que tu luz brille desde aquí como la fuerza integradora de Latinoamérica.
Te escribo esta carta porque sé que estás vivo y andas por ahí, pasando desapercibido entre la gente, pero haciendo lo mismo que hace 200 años: uniendo voluntades, fundando repúblicas, libertando conciencias.
Hago pública esta carta mi General, para que mucha gente nos ayude a cumplirte estas promesas. Gente sencilla que nos ayude a creer creyendo en estas promesas. Hago pública esta carta para que no pase el bicentenario de nuestra Bandera, de tu expedición libertadora, del desembarco en la Vela de Coro y luego te olviden nuevamente.
¡Alégrate mi General! Esta fiesta demuestra que les falló el plan de borrarte de la historia. Reaparecerás con toda tu fuerza. Volviste para marcarnos el camino.
proyectoleander@gmail.com