En plena campaña por la constituyente en 1999, se estableció la línea divisoria de una polarización sin precedentes. Por un lado, los conservadores de la derecha venezolana y del otro los revolucionarios dispuestos a producir los cambios necesarios que el país necesitaba. La sola presencia del Comandante Chávez, en el escenario político- electoral evidenció un contraste inmenso respecto a las tradicionales candidaturas presidenciales de la alternabilidad en los gobiernos de AD y COPEI. El primer gran choque de fuerzas se accionó en las elecciones de 1998, en las que salió derrotado el candidato de la oligarquía: Salas Romer.
La cultura de un pueblo acostumbrado a las imposiciones y promesas incumplidas, impide en realidad, digerir rápidamente el nuevo discurso de la revolución y poder popular. Surge la confusión entra la teoría y la práctica, el cambio comenzó desde el instante de la juramentación presidencial del líder que encarnó la esperanza de millones de venezolanos y de otros países latinoamericanos y del Caribe. Surgió un nuevo ideal, dentro de un cambio de época en el mundo. Hugo Chávez Frías vino a dirigir un proceso de transición, demarcado como gobierno de las mayorías y en contra de las élites económicas y el capitalismo.
La captación de miles de millones de dólares para la inversión social, produjo la mayor expectativa nunca imaginada en los pobres para resolver sus urgentes problemas de vivienda, alimentación, educación y salud. El Estado venezolano desarrolló todo un plan de inclusión, había que saldar la deuda social de larga data. Con la redención de los humildes, estalla el odio de los dueños de la riqueza económica que quedaron fuera del ejercicio del poder político.
El andamiaje que se erige para adecuar el nuevo concepto de la sociedad se torna traumático no solo para la clase social dominante que se siente desplazada, sino para los sectores de clase media y subgrupos del pueblo que no logran comprender lo que pasa. En medio de la abundancia, el discurso de la igualdad, cabalgó en corcel veloz, con paso seguro. La conciencia alimentada de optimismo requiere de ideas claras para sustentar un sistema económico que se estructura sobre las bases de otro muy contradictorio que genera gran incertidumbre.
La teoría sobre el Socialismo es el alimento ideológico necesario para las grandes mayorías. Un país como Venezuela, dependiente y saqueado por muchos años, sometido a la ignorancia y a la conducta de la auto subestimación, es presa fácil del engaño y la mentira. Afianzar el objetivo de construir un Estado de derecho, de justicia, anti imperialista y soberano para lograr la meta de la igualdad de condiciones, debe ser la esencia del discurso político en el gobierno bolivariano.
La situación económica actual, producto de la guerra económica y la inflación, permiten abonar el terreno de la conspiración. Combatir estos elementos y posicionar el discurso de la resistencia y la productividad para mejorar al país, es valedero siempre que exista disposición a combatir la corrupción y el fraude. El gobierno de Estados Unidos tiene sus manos metidas en Venezuela, para derrocar la revolución. El pueblo bolivariano, unido y consciente, podrá neutralizarlo.