Me resultaba extraño, muy extraño, que la inseguridad personal hubiese crecido como ha ocurrido. Y me resultaba extraño, e ilógico, porque las causas que la originan han sido atacadas desde el mismo inicio de nuestro proceso revolucionario con la aplicación de lo que nunca existió en Venezuela: justicia, en sus diversos órdenes.
La lógica simple indicaba que tenía que ser lo contrario, que ese tipo de inseguridad bajara como efectivamente ocurrió de acuerdo con lo demostrado por las estadísticas en un momento dado. Tenía que ser así: la política social con su respectivo componente económico fue la razón fundamental que impulsó al Comandante Hugo Chávez a convocar al pueblo para la refundación de la nación, razón fundamental que ha mantenido Nicolás Maduro y que, esencialmente, constituye el núcleo de vida de la izquierda en cualquier lugar del mundo.
¿Dónde está entonces la causa del incremento de actos delictivos que a cualquier hora del día pueden significar hasta la pérdida de la vida de las víctimas, aunque el Gobierno no ha dejado de garantizar los derechos básicos de la población?
La respuesta la dio el viernes el ministro de Relaciones Interiores, Gustavo González López, al informar el desmantelamiento de una banda paramilitar de nombre Gamma que operaba en el municipio Sucre del estado Miranda. Fue claro al señalar que el paramilitarismo está suministrando armas, motocicletas y demás equipos con la intención de que todo después parezca hampa común.
El propósito es político. No hay dudas. La intención es sembrar terror para que la ciudadanía abandone el apoyo a la Revolución.
Es mucho el dinero detrás de esa diabólica meta. No cualquiera está en capacidad de financiar a un sector con equipos de alto costo. Esto nos lleva a lo dicho un día después por el presidente Maduro: principales líderes de la extrema derecha buscan impactar con asesinatos en todo el país.
El reto es mayúsculo para nuestras autoridades. No se trata solo de desarmar a quienes lo están, sino evitar que a ese segmento siga llegando la violencia escondida en pistolas y proyectiles.
¡Chávez vive…la lucha sigue!