La fuerza del socialismo está en que nace de fe, de verdadera y honda fe, y que esta fe se corrobora y asienta en razón y ciencia. El pueblo está llamado a marchar por el camino de un continuo progreso, bajo el imperio de la ley moral y la libertad social, al desenvolvimiento libre y armónico de sus facultades y al cumplimiento de su misión.
Mucho se han burlado no pocos superficiales objetantes del socialismo de lo que se llaman las pretensiones de éste a cientificidad, y, al burlarse de ello, lo hacen con la mala fe de quien no conoce y tergiversa lo que combate. La burguesía moderna, como vemos, es por sí misma fruto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de revoluciones en los medios de producción y de intercambio.
No diremos que la sociología o ciencia que estudia la constitución, estructura y vida de las sociedades haya nacido poco menos que de la nada en nuestro país, no, pero es indudable que ha empezado a entrar en período realmente científico y que, aunque en pañales aún, va avanzando. La enorme masa de datos, noticias e investigaciones acumuladas en nuestro tiempo, y la aplicación a ellos de los métodos rigurosos y positivos están produciendo ricos y abundantes frutos.
No es cosa de que en un artículo, escrito al vuelo, nos metamos a dar una exposición de lo que es y representa la sociología, de su pasado, su presente y su porvenir, ni a aquilatar lo que debe a la labor grandiosa de los siglos pasados, a la tradición científica y literaria, base de todo progreso. Quien sepa que los pensadores socialistas que más impulso han dado al movimiento en las ideas procedieron de Hegel y que éste se nutrió de la médula de león de la filosofía de los siglos y ha sido el último gran escolástico, quien esto sepa no puede caer en la puerilidad de creer que la sociología se ha creado de todas piezas en el siglo pasado.
Más dejando de lado todo eso, que nos llevaría lejos, vamos a indicar tan sólo que una de las doctrinas más firmemente asentadas en investigación y que más van tomando carta de naturaleza en la ciencia es la de que, en la llamada jerarquía de los fenómenos sociales, los económicos son la base de los demás.
No quiere esto decir que sean los únicos ni aun los supremos, no afirmamos que el fin económico sea el fin supremo de los pueblos, como tácita y a las veces implícitamente supone el llamado liberalismo individualista, no aseguramos tal enormidad, pero sí que los fenómenos económicos son los primeros en el orden cronológico y los que sirven de base a todos los demás fenómenos sociales. Claro está que los demás aspectos sociales influyen a su vez sobre el económico, modificándolo, pero el radical es él.
El socialismo, de acuerdo con este principio, pone su raíz y su asiento en la forma económica del pueblo, en la confianza de que todo los demás aspectos se reformarán reformado el fundamental. La moral, el arte, la ciencia, el derecho, la política, todo descansa en cimientos económicos, todos los caracteres de una sociedad brotan de su estructura económica, ésta es lo esencial.
El socialismo no es económico sólo, abarca todos los aspectos de la vida, no es dogma suyo ni mucho menos que el fin económico sea el supremo, lo repetimos, pero tira derechamente a la revolución económica, seguro de que todo lo demás se nos dará por añadidura. Y es que como en la constitución económica reposa la injusticia radical, combatirla es combatir por el reino de la justicia social.
El haber adoptado esta posición, de acuerdo con la marcha de la ciencia positiva contemporánea, es lo que da vigor y fuerza sólida al movimiento social y a las tendencias socialistas. Si es que tiene algún sentido eso de política científica, la del socialismo es la que más a ella se acerca.
Cuando la burguesía parasitaria acusa a los socialistas de no hacer política, de retardar con sus exageraciones e intemperancias la emancipación del pueblo, no saben lo que se dicen. Es difícil encontrar nada más ignorante en política que un burgués, la generalidad viven en pleno fascismo, y dicen que son de buena fe y honrados.
—Y hay una razón que me mueve a pensar en lo conveniente que es para el desenvolvimiento de la idea democrática la supresión de las vallas puestas a la prédica del socialismo. Da la impresión de que creyéramos en la posibilidad de que nuestra generación haya recibido un legado perpetuo de quienes dejaron resueltos para siempre todos los problemas políticos, olvidados de que cada generación debe discutir los suyos propios.
¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tus pezuñas de la América de Bolívar, de Martí y de Chávez!
¡Chávez Vive la Lucha sigue!
¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos!