"Por la maleta se saca al pasajero", dice un muy viejo refrán venezolano.
Pensando en eso, se podría decir por el lenguaje, la forma de hablar, se define el caballero.
Define muy mal a un individuo, sea muy rico, tenga algún título académico, ocupe importante posición social o política, la persistente intromisión de expresiones como esa que usamos en el título metida entre comillas, que no es más que el deforme sonido de otra, así como aquella de "marico" que en el discurso es algo tal que:
-"Mira guón, anoche vi tu chica con otro guón".
-"¿Cómo permites eso guón? ¿Acaso, tu eres guón?"
Hablar así, esa maleta, define a un pasajero o individuo de hábitos y estilo poco cuidadoso por la forma, escasos recursos linguísticos y hasta por la persona a quien se dirige, salvo que se trate de un jovencito, un chamo, en cuyo caso sería como un proceder si no pertinente, rutinario y oficializado entre los muchachos, porque así son ellos, informales, poco cuidadosos y de nada abundantes recursos oratorios. ¡Pase!
Pero resulta que tal forma de hablar entre jóvenes y más entre adultos, ya casi viejos, provenientes de las clases altas, aunque sean aquellas que acertadamente Herrera Luque llamó "Las Águilas Chulas", para referirse a recién llegados que sin trabajar y por el chuleo, en todas sus acepciones, se volvieron importantes, pareciera no ser usual. Como no es usual que políticos, digamos duchos, mientras analizan una situación o tratan de definir los procederes, utilicen lenguaje tan pedestre. Tanto era extraño ese lenguaje en ámbitos no precisamente cultos, pero sí cuidadosos de las formas que era común escuchar expresiones clasistas y descalificadoras como:
-"Ese muchachito por el hablar pareciera ser de lo más bajo".
-"La boca de esa criatura parece una cloaca por lo que dice; las palabras que pronuncia. A todas luces es orillero".
-"Ese carajito, antes de hablar, debería lavarse la boca con Astringosol".
Como dice la conocida canción vallenata de Rafael Escalona, "que cultura va a tener si nació en los cardonales".
Desde luego, todo eso ha sucedido por el chuleo y la permeabilidad o "democratismo" capitalista que permite que por la simple acumulación un patán reclame su puesto donde muchos patanes llegaron antes que él. ¡Claro, cuando se mudaron de clase, se llevaron los malos hábitos, peor lenguaje y toda la chabacanería que siempre se le asocia falsamente con la pobreza!
Si algo ha puesto de bulto este proceso que desató Chávez, con el perdón del criterio mesiánico, pero más bien por el facilismo de decirlo así para mejor entendernos, es la enorme carga de mal gusto, vulgaridad y grosera expresiva de quienes ocupan los primeros lugares en la pirámide social o con ellos aparecen asociados. Hay miles de muestras, como las guarimbas mismas con toda su violencia e irrespeto por la condición humana. El uso del paramilitarismo y crímenes horrendos por encargo como los de Robert Serra y Eliécer Otaiza. ¿Qué más feo que aquel gesto de la señora habitante del este de Caracas que arrojó el contenido de un paquete de arroz a Eduardo Samán, cuando este intentaba defenderla de la especulación?
Es tan evidente todo eso, que pareciera haber sucedido que las clases altas, optaron por hacer suyos, en exclusividad, de manera monopólica, el mal gusto, la procacidad y la violencia en todas sus versiones. Sus manifestaciones contra el gobierno se distinguen por montajes llenos de vulgaridad y mal gusto. Eso no es extraño, es la lógica capitalista, la misma que procura privatizar todos los bienes de Dios dados al hombre, hasta el aire y el agua. ¿Por qué no la chabacanería?
Imagino una conversación entre Felipe González y el rey del guón, más o menos así:
-"Buen día Don Facundo. He venido a ofreceros, como ya es de vuestro conocimiento, mis servicios; mis vastos conocimientos en derecho penal, más por las penas cometidas que por el ejercicio profesional. Aspiro que vuestra excelencia reciba con beneplácito este humilde ofrecimiento mío".
Felipe habló así por la costumbre, el hábito que le impuso la formalidad pertinente entre las cortes españolas. Claro, formalidad que nada tenía que ver con quienes se le ponían por delante, sobre todo aquel rey de España tan ordinario en la vida real, no de la realeza, sino de la verdadera, como un pañuelo de lona. Pero también por su edad y su cultura que, pese se llame Felipe González, expresidente del gobierno español, las tiene. Ser adulto mayor, haber gobernado y sobre todo leído por lo menos algo importante de lo escrito en España, de lo que su interlocutor nada sabe, le obliga a cuidar las formas y conducirse con respeto, cierto buen gusto y elegancia.
-"Coño guón, cuanto te agradezco guón, que hayas venido. Aunque sé guón, bien esperas que esto le salga cariñoso a la caja nacional o los gringos. Sé bien guón, no te andas con guonadas y lo tuyo es ¿cuánto hay pá eso?, aunque no sea al brinco rabioso". "Pero como fiao es regalao, guón, uno, que no es guón, no puede buscarle, guón, cuatro patas al gato".
Felipe, que no le gustó aquello, que en otras circunstancias pudo parecerle un cacerolazo verbal y por ende un rechazo a su presencia, pero consciente como está que son "caimanes de un mismo pozo", tanto como para llevarse por el medio a quien se atraviese sin pararse en hueso, pues lo importante son los negocios, sonrió y continuó escuchando a aquel hombre ya con suficientes años, no es un carajito para hablar así y menos a un tipo como él, por lo que también creyó era una clave, manera de evadir la escucha policial, cuando le dijeron que significaba la extraña palabra, no supo si el personaje le estaba lisonjeando o llamándole pendejo, pues alguna vez a sus amigos adecos les escuchó decir refiriéndose a un adversario:
-"No le hagas caso a ese, es un roliverio e guón".
¿Sin evaluar otras cosas que la derecha haría contra el pueblo y esa cosa que cree "balurda" como la patria, que ya las están, como las políticas económicas, cómo sería nuestra diplomacia, con gobernantes con el "guón" todo el tiempo en la boca?