Continuamos con el juicio tanto al capitalismo como al socialismo tradicional y con la intención de generar las bases para la discusión de un nuevo proyecto social que nos separe del cruel capitalismo y de ese socialismo tradicional con las contradicciones que ya estamos viendo. Ahora examinamos el tercer elemento planteado por Dieterich en su "Socialismo del siglo XXI" referente al Estado clasista.
Creo necesario, para no confundir a los lectores de cada artículo por separado, precisar qué es lo que denomino Socialismo Tradicional, dejando en el lector el juicio de si ésta es la corriente dominante dentro del pensamiento socialista. El socialismo tradicional se apoya en los siguientes principios:
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"El socialismo es el control por parte de la sociedad, organizada con todas sus partes integrantes, tanto de los medios de producción y comunicación como de las diferentes fuerzas de trabajo aplicadas en las mismas. El socialismo implica, por tanto, una planificación y una organización colectiva consciente de la vida social y económica." (Wiki)
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Desaparición progresiva de la propiedad privada de los medios de producción.
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Eliminación progresiva del mercado
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Criterio de que la clase hegemónica debe ser la proletaria
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Criterio de que la lucha de clases representa el gran motor de la historia.
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Criterio de que el proletariado debe tener consciencia de clase y de su papel en la historia.
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Criterio de que la hegemonía proletaria finalizará con el comunismo, siendo ésta la máxima utopía de modelo social.
En los números anteriores habíamos discutido sobre la economía nacional de mercado, en el primero, y sobre la democracia formal, en el segundo. Es decir, habíamos examinado primero los criterios geopolíticos del establecimiento de las naciones y el económico referente al establecimiento de la economía de mercado, por un lado, y habíamos examinado el tema político del esquema democrático o pseudo-democrático que se implemente en cada nación. Ahora se atiende un tema político gerencial de un nivel un tanto más bajo referente al papel del Estado.
Yendo directo al punto de la caracterización del Estado como clasista dentro de la sociedad capitalista, examinamos primero la justificación de la existencia del Estado dentro de la sociedad. Existen actividades humanas que no pueden ejecutarse de manera individual y que requieren coordinación, planificación y organización. Dentro de éstas destaco la necesidad que han tenido las distintas civilizaciones de defenderse de otros tribus y la de controlar desmanes internos, con ello la aparición de la milicia y de la policía. Aparte, fue necesario el establecimiento de normas legales y morales y de la aparición de la autoridad también legal y moral. Es decir, los pueblos se vieron en la necesidad de otorgarles la condición de autoridad a ciertos individuos e instituciones que conformarían el Estado. En este sentido preciso que, a diferencia de algunas posiciones anarquistas, al Estado lo considero necesario.
No obstante, el Estado ideal está al servicio del soberano pueblo para procurar relaciones armónicas dentro de la sociedad y para atender cualquier misión específica que el soberano le solicite para que coordine e instrumente. En ese sentido, El Estado ideal es un simple agente de servicio social. Cuando el Estado pierde esta condición y se convierte en protagonista de la sociedad, entonces se convierte en totalitario y cuando está al servicio de determinado sector de la sociedad (y no del pueblo en general) se convierte en Estado clasista.
El caso venezolano es interesante porque el Estado tiene un fuerte protagonismo en la sociedad y sin embargo es también servidor de un sector económico parasitario que denominamos en el número anterior de esta serie como compinches, en un modelo social que allí también definimos como crapitalista. De modo que el modelo de Estado de Venezuela podemos caracterizarlo como una mezcla sui generis de totalitario y clasista.
Para entender de mejor manera el papel de un Estado clasista es bueno revisar la teoría marxista. Allí se plantea que toda la institucionalidad de una república capitalista tiene el carácter de superestructura y tiene como misión darle soporte legal, moral, cultural y represivo al aparato económico, con su condición de infraestructura. De esta manera es claro que el Estado burgués privilegia al sector económico y por lo tanto es clasista. En consecuencia el servicio social del Estado es un asunto secundario y el Estado deja de tener la condición de agente de servicio social.
Ahora es de esperarse que la propuesta socialista plantee un modelo que se aparte de la orientación clasista del Estado. La idea es que el modelo de Estado como agente de servicio no tenga la condición de Estado clasista, de ninguna clase, valga la redundancia. Sin embargo nos encontramos que la propuesta socialista tradicional privilegia al proletariado. Si el Estado se concibe para privilegiar a la clase obrera, entonces ese Estado es clasista. Esta visión es contraria al modelo de Estado servidor, ese que está al servicio del soberano pueblo para procurar relaciones armónicas dentro de la sociedad y para atender cualquier misión específica que el soberano le solicite para que coordine e instrumente.
De modo que es un gran contrasentido lo que el socialismo tradicional propone: superar el Estado clasista burgués con un Estado clasista proletario. Es algo así como enfrentar al racismo y proponer a su vez la superioridad racial de los negros o de los chinos. Un nuevo modelo social ideal debe partir del principio de que el pueblo es único e indivisible y que el Estado debe estar exclusivamente al servicio del soberano pueblo en su integridad.