Nunca avalaremos el atropello contra la dignidad del ser humano, independientemente de su posición política, filosófica, religiosa, sexual, deportiva u otra. No la avalaremos nunca, parta de donde parta. No existe en nuestra razón de ser, espacio para semejante perversión.
Pero tampoco podemos ser indiferentes ante posiciones hipócritas, igualmente perversas, de quienes amparados bajo la supuesta misión de defender los derechos humanos, pretendan obtener pingues saldos politiqueros con la intención –cada vez menos solapada– de demoler la base revolucionaria del gobierno de Nicolás Maduro, constitucionalmente electo por la mayoría de los venezolanos y las venezolanas el 14 de abril de 2013. La "angustia" evidenciada por medios de la derecha y por Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que cada vez parecen responder más a los intereses de esa derecha, a raíz de la Operación Liberación y Protección del Pueblo (OLP), así lo demuestra.
No estamos en desacuerdo con que se investigue si hubo, o no, algún exceso durante la OLP del lunes 13 de julio y que se sancione a quien haya incurrido en ello de ser así, pero quienes insisten en empañar la decisión en materia de seguridad deberían ponerse la mano en el corazón y responder cuántas veces socorrieron a los vecinos de la Cota 905, Ciudad Tiuna y Ciudad Betania cuando fueron víctimas de las bandas paramilitares que allí pululaban; cuántas veces acompañaron a esas comunidades a formular las denuncias en los correspondientes cuerpos policiales; a cuántos velorios y entierros acudieron cuando los matones acabaron con vidas inocentes de esas áreas; cuántos cursos sobre DDHH brindaron en esas zonas a objetos de que vecinos sanos y vecinos delincuentes engranaran la sana convivencia.
Apena que medios y ONG que en el pasado fueron instrumentos de la verdad de las mayorías asediadas por el imperialismo hoy sean, a éste, sumisos y serviles.
¡Chávez vive…la lucha sigue!
