Desde el año 2000 cuando se inicio el proceso de democratización del conocimiento como políticas de Estado y luego desde 2007 con las nuevas aproximaciones teórico metodológicas para abordar los saberes humanos, desde la historia insurgente hasta los alcances de los derechos humanos como la salud, la alimentación, la vivienda y la recreación etc, y ahora en medio de dificultades presupuestarias, se han generado una dimensión infinita de saberes que resulta un acumulado de fortalezas sociales.
Ciertamente, no necesitamos que nos vengan a decir que es lo que los venezolanos tenemos que hacer y menos a recibir lecciones sobre derechos humanos de parte de represores investidos de altos comisionados internacionales. Tenemos “postgrados” en violación de derechos humanos aprendidas y sufridas en las prácticas de terrorismo de estado durante los 40 años del Puntofijismo.
Ahora ¿Sabemos cuánto conocimiento científico hemos acumulado en estos 15 años? ¿Quien ha medido cuantos saberes científicos hemos producido en todas las áreas del saber? ¿Cómo diseñar políticas y acciones nuevas desde esos conocimientos?
Si pensamos que otro mundo es posible tenemos que saber con que contamos para diseñar políticas públicas que nos permitan superar las dificultades que nos cuesta y que nos costara mucho esfuerzo y recursos en el futuro, nada más la intención de independizarnos en la lucha contra la contrainsurgencia internacional avalada por el gobierno imperial de los EEUU que nos ataca por el este, el oeste y desde adentro.
Estos tiempos de inteligencia colectiva que están signados por el uso de la tecnología para generar guerras de enemigos ocultos o mimetizados con la población humilde e “inocente” necesitamos tener a la información como la mejor arma para ganar las batallas que nos esperan. Información en todos los niveles sociales para superar los obstáculos.
Por ello la vanguardia revolucionaria debe valorar las nuevas habilidades y contextos informacionales del pueblo venezolano para afrontar los grandes problemas desde la seguridad pública hasta los hábitos populares alternativos de alimentación que la tradición ha moldeado por años pero que las empresas comercializadoras de vicios como la Polar nos han colocado un cinturón de castidad que debemos liberar para construir esa nueva sociedad socialista. Tenemos muchas tareas en ese ámbito.