Si algo debemos reconocer en la derecha, es su inmensa capacidad de mimetizarse con algunos de nuestros valores a objeto de destruirlos y, procurar en consecuencia, destruir la fe popular en el modelo venezolano hacia el socialismo. El caso de Liliana Hergueta es lamentable ejemplo de ello.
Apresuradamente, medios y voceros de la contrarrevolución montaron una dibujada matriz para hacer ver en incautos que los descuartizadores de la ciudadana en desgracia son militantes de nuestra Revolución. Patriotas Cooperantes les llaman para, de paso, intentar ensartar a Diosdado Cabello en esos cachos de la injuria prefabricada. En lo particular, por lo ligado que estoy al campo de la Comunicación, lamento muchísimo que periodistas que uno conoce presten sus nombres y sus plumas para tan deplorable y reprochable montaje político. Cómo se nota que por sus venas sólo circula el deprimente morbo de una fama tristemente conquistada.
Absolutamente convencido estoy de que el sonado caso sólo tiene un rostro: el mostrado por las investigaciones. Ninguna persona ligada a los detenidos ha salido, hasta ahora, a desmentir los resultados arrojados por el trabajo científico desarrollado por quienes tienen tal responsabilidad. A diferencia de otras ocasiones, nadie ha salido con la pendejada de ofrecerse para una ridícula huelga de hambre ni rasparse el coco a favor de los indicados. Voy más allá, incluso: si los tres involucrados en el macabro hecho estuviesen vinculados a nuestro proceso político, ¿ninguno de esos periodistas va a resaltar, como es su deber, que ello no les ha servido para evadir el olfato policial de las autoridades? ¿Alguien duda que ya habrían salido en las primeras páginas de los medios al servicio del imperio?
El sábado lo dijo el ministro Gutavo González López: políticos de derecha y PERIODISTAS pueden estar atados al crimen. En el caso de estos últimos me pregunto: ¿qué harán si finalmente se demuestra que los asesinos "cooperaban" era con quienes pagan sus sueldos?
¡Chávez vive…la lucha sigue!