Sólo unidos podemos socializar las tareas revolucionarias, es decir, distribuir las acciones intelectuales del chavismo en pluralidad de dirigentes y militantes para brindar apoyo a la dirección política del Estado, la cual no se da abasto por sí sólo para acometer las ingentes responsabilidades que caracterizan la planificación de la política en una Patria que construye el socialismo. Si bien son vitales las tareas manuales como repartir propaganda y buscar votos en zonas populares, las tareas intelectuales alimentan la destreza y dignidad del militante como individuo pensante. La entrada de muchos cerebros le dará mayor fortaleza anímica al colectivo partidista.
Sólo unidos impulsaremos la praxis de “Partido de Cuadros y Partido de Masas”, para seguir multiplicando líderes desde las entrañas del pueblo y desde la lucha de clases; para que sean los más éticos, combativos, capaces de comprender las experiencias sociales y orientar la acción política. Para ello, la vanguardia revolucionaria debe asumir su obligación histórica de potenciar su calidad política hacia una mayor cantidad de nuevos voceros.
Sólo unidos podremos maximizar el carácter participativo del chavismo, lo cual significa diversificar lazos entre el gobierno y el pueblo organizado en sus espacios económicos, sociales y culturales; más allá de lo electoral. Esto se concretará mediante la movilización de militantes comprometidos que salgan del claustro burocrático y se involucren políticamente con la sociedad y sus actores.
Lo anterior responde a la necesidad de impedir que la derecha se apodere de la Asamblea Nacional en 2015. Por eso, es vital fusionar las fuerzas de los partidos revolucionarios con el chavismo en la periferia, es decir, ese que anda regado por otras trincheras que no son partidos sino otros espacios abierta o potencialmente revolucionarios de la sociedad.