Clodovaldo Hernández ha tocado el tema. Le extraña, para no decir el lugar común "le llama la atención", la reacción o actitud hasta ahora de la oposición venezolana, una vez producido el veredicto en primera instancia.
Advierto, como lo sugiere el periodista arriba aludido, que para nada me agrada o alegra que haya un ciudadano preso y menos si esa condición, de alguna manera, roza con la participación política. Para los partidarios de López, empezando por sus familiares, ha sido víctima de un atropello y violación de sus derechos. He leído y escuchado en abundancia que se le ha juzgado por sus opiniones contrarias al gobierno, lo que pareciera ser inverosímil, porque si algo hace en abundancia el venezolano es eso, sin que a nadie, en ninguna parte, policía alguna, le moleste, menos porque es este el país, único en el mundo, donde hasta buena parte de los gendarmes y funcionarios del Estado, hasta altos gerentes de PDVSA, se la pasan todo el día en eso. Creo que si alguna práctica o cosa, uso esta palabra para no caerme, se hace en Venezuela con libertad, iracundia y hasta jocosidad, ya que sin que casi nadie se incomode, es hablar mal de gobierno.
Hasta chavistas, que siguen siendo unos cuantos, según Schemell, ahora es cuando quedan, hablan mal del gobierno, sobre todo en relación con algo que les interesa sobremanera que es el asunto económico. Hablar mal del gobierno, si el lector averigua, desde los tiempos ancestrales, se le tiene como uno de los pasatiempos preferidos del venezolano y sigue siendo así.
Para las víctimas de las guarimbas y llamados a "drenar la arrechera", buscar "La salida", asuntos que provocaron cuarenta y tantos muertos, más de ochocientos heridos y pérdidas cuantiosas, el asunto tiene otra óptica. Para los venezolanos que escuchamos discursos que sus propios autores cuidaron que todo el mundo escuchase, viese videos que ellos exhibieron y, de alguna manera se vieron limitados o afectados por aquellos acontecimientos, no se trató de un simple debate en la Asamblea Nacional, polémica en medios audiovisuales entre bandos opuestos, opinión del sancionado por la acción política gubernamental o ejercer su simple derecho a ser opositor, como para pensar en que el asunto López se circunscriba a que violaron su derecho a opinar.
A López se le juzga por sus vinculaciones en grado de responsabilidad significativa por aquellos hechos. No es un secreto que propuso "La salida" y cualquier persona, con dos dedos de frente, sabe bien lo que eso significa y la forma de lucha que implica.
Lo que la oposición debe debatir para ponerse de acuerdo es lo relativo a cómo salir del gobierno o, por lo menos, obligar a este que asuma políticas que ella privilegia. Eso está despejado constitucionalmente pero en aquel sector ha privado y hasta se ha impuesto, aunque no sea mayoría, la idea de "salgamos ya de esta gente" y a cómo dé lugar. Las persistentes derrotas electorales, en épocas nada borrascosas para el gobierno, hicieron que el sector más apurado se acelerase y los más cautelosos y hasta sensatos, se sintiesen atemorizados e indispuestos para imponer su criterio; lejos de eso, optaron por esconder sus opiniones contrarias al desespero y prácticas vanguardistas. Tanto es así que, cundiendo el descontento en la población venezolana por motivaciones de orden económico, como escasez e inflación, valores que Schemel por cierto privilegia, quienes quieren derrotar al gobierno parecieran no percatarse e incorporar esos asuntos a sus luchas diarias con la importancia que merecen, sino que continúan poniendo por delante asuntos inexistentes como "falta libertades", todas, existencia de una dictadura, ausencia absoluta de libertad de opinar, mientras lo hacen en abundancia en todo medio y espacio. Se quejan por asuntos inexistentes, imaginados, como surgidos de un guion escrito para otro tiempo y espacio, mientras la mayoría, que ya no está compuesta por borregos, sabe que si algo sobra en Venezuela es lo que los opositores reclaman; mientras tanto hacen falta tantas cosas y quienes dirigen a aquellos, por no faltarles nada, o por lo menos productos básicos y dinero para comprar, no se percatan de esa ausencia, no la consideran importante y prefieren usar consignas insustanciales y al margen de la realidad. ¡Cómo se parece esta oposición a alguna izquierda de las décadas del sesenta y setenta!
Por esos desacuerdos, pese finjan bastante, en la oposición no hay manera de hilvanar una política coherente y menos sensata. Viven esperando una situación azarosa, una chispa que encienda la pradera para salir a buscar la salida. Por eso esperaron que la sola decisión de la juez Barreiro -¿ese el apellido?- desatase los acontecimientos que desde tiempo atrás aguardan. Y no sucedió. Pese que intentaron crear el estado de ánimo, la disposición vanguardista. Por eso, redefinen la estrategia y llaman a una marcha para el sábado 19 –por cierto ¿por qué siempre un sábado? – que definen como pacífica.
La oposición está dividida por asuntos relativos a lo electoral y la repartición de cargos. Lo está también porque no tiene una visión compartida del futuro nacional; allí no todo el mundo es neoliberal, pese a muchos del lado chavista lo crean. Como Schemel dice, la multitud de venezolanos de hoy, distinto a la del pasado, tiene un claro sentido de pertenencia y de los derechos que le corresponden, no en vano han pasado estos últimos veinte años o más. Definir un programa de gobierno, disponer de los recursos del Estado ignorando a esa multitud ya no es posible, eso lo saben muchos opositores. Tendría aquel sector que en la oposición se imponga, habiendo salido de este gobierno, en un supuesto caso, instalar una férrea dictadura que se llevaría por delante a muchos de ellos también. La no existencia de un programa común y las expectativas diferentes sobre el futuro, les aleja más.
No están en el campo del interés de la aplastante mayoría de los venezolanos los asuntos personales y las disputas internas opositoras, como tampoco las del sector gubernamental. Sus intereses son otros que aquel bando no distingue, no asume. Por eso sucedió, al momento de la sentencia contra López, que aquí todo se mantuvo tranquilo.
Pero, no quiero finalizar, sin advertir, sin negar que alguien en el gobierno, pensando en términos individuales o colectivos, esté preocupado como debería ser de lo que aquí acontece en el área económica, el que se transmita la idea contraria, de indiferencia o poca importancia sobre ello, porque sólo interesan los resultados del 6D; se estaría fomentando el descontento que, de alguna manera, favorecería a la oposición, aunque nada haga para lograrlo.