En la Cuarta República antes de Chávez fui un buen opositor. Jamás al partido político que milité fraguamos muertes, salidas violentas, contratar paracos, incendiar guarderías, convocar marchas y concentraciones apostando francotiradores en los edificios.
Jamás dimos líneas a los jóvenes de apedrear metrobuses, bueno aún no existían, pero quemar autobuses con pasajeros ni pensarlo.
Que sepa yo, nunca hacíamos reuniones en Cuba, Rusia, Vietnam o la China llamando a intervenciones militares.
Nunca nos propusimos hacer barricadas y secuestrar urbanizaciones y crear trancas interminables en las autopistas, mucho menos asesinar militantes nuestros para culpar al Estado.
Que recuerde nunca escuché de Aristóbulo ni de María Cristina Iglesias, mis jefes para entonces, de aprovechar cuanto Medio de Comunicación privada a denunciar qué, si nunca nos daban la oportunidad.
Fui un buen opositor, nunca llamé a Lusinchi, Caldera, Carlos Andrés Peréz de malditos, matenlos, burros, etc porque sabíamos de todos modos que nos esperaba la cárcel modelo, no esas seldas equipadas con equipos Vetelca o celulares para que CNN nos entrevistara.
Cuando fui oposición cobraba tranquilo mi cheque de quincena junto a oficialistas que sabíamos que no trabajaban y que estaban en guisos.
Que yo me acuerde nunca nos propusimos mandar militantes a otro país a buscar doláres para comprar armas, guayas, drogas y mandar hacer hermosas franelas y pancartas contra el gobierno.
Es que era un buen opositor aprendiendo de política en foros, debates y charlas escuchando a Aristóbulo, Farruco Sexto, Alí Rodríguez Araque, Rafael Uzcategui participando en las mesas técnicas elaborando la propuesta de constituyentes parroquiales, repartiendo en cada esquina el periódico de La Gente, aprendiendo con el partido MAS, el verdadero, a manejar una máquina de estencil, llevando mensajes políticos a través de eventos culturales, teatro y conciertos.
Como buen opositor aproveché los talleres de la Escuela de Vecinos y cuántos cursos mi jefe inmediata Bernarda Herrera en la Alcaldía diseñaba para entender eso de la participación de la gente, izquierda y revoluciones, poco sabía de eso y años después quedó todo eso plasmado en nuestra perfecta Constitución.
Apenas escuchaba y no sabía qué era eso de correo electrónico, creía que eran como cartas eléctricas. Me motivarón a leer mucho, aprender slogan de lucha y tener argumentos claros y coherentes si un despistado periodista se atrevía a preguntarnos, entre ballenas de agua, gases lacrimogénos y policías de la PM correteándonos, alguna entrevista que sacaran por algún canal nacional o extranjero.
Sí recuerdo que tiré unas cuántas botellas a dos polícias que estaban golpeando feo a un estudiante universitario en una gran marcha de protesta, bueno desde un lugar oculto lanzamos esas botellitas que pelamos.
Así fui un opositor bueno, sin saña, sin odio, jamás disociado, porque mis líderes y tutores políticos tenían muy claro eso de la formación ideológica, que aunque sabíamos que los esbirros adecos y copeyanos tenían el país por el suelo,
Fuimos buenos opositores cuando se nos ocurrió aceptar la derrota electoral presidencial ante Rafael Caldera, y recordar que sabíamos de buena fuente ya celebrando los resultados, de que Andrés Velásquez había triunfado pero Venevisión se apresuró e informó con su musiquita de Miss Universo a Caldera como nuevo presidente.
Después me enteré de la traición de Velasquez y aún así no llamamos ni a la salida ni a la entrada, ni secuestramos a la Clase Media ni nada, a llorar pal Valle nos tocó.
Que yo recuerde y creo que fui muy atrevido decirle a Aristóbulo quien tenía una cara de derrota ante Ledezma en su reelección como Alcalde de Caracas a denunciar fraude. No, Aristóbulo aceptó perder aún sospechándose con ese sistema pone trampas del CNE de entonces, que no era un triunfo claro, pero no llamó a quemar casas de AD ni mucho menos huelgas de hambre, ni coserse la jeta.
Haga usted las comparaciones con los opositores de hoy, o fuimos ingenuos o éramos buena gente, acaso no lo hemos demostrado en 16 años y será por eso que somos Gobierno, que ganamos a cada rato, que somos buena referencia mundial, que mientras no tengo cargo público mis exjefes hoy son buena gente gobernando y siendo Ministros hasta embajadores.
De verdad que fui un opositor buena gente y hoy como oficialista ni hablar.