El representante de Hinterlaces, Oscar Shemel, ha estado pronunciando un discurso por distintos medios, referido a su visión que llamaría con el lugar común "clima electoral", según el cual oposición y gobierno no se conectan en el actual debate con la mayoría de la población.
Debo decir, para sentirme cómodo en el curso de lo que habré de plantear, que en muy buena medida comparto las opiniones del conocido encuestador.
Tengo también la idea, nada original ni difícil de concebir, que la oposición le habla sólo a quienes por distintas razones, al margen que ellas tengan sustento o no, tienen tomada una vieja actitud contra el gobierno y el chavismo, aún en los momentos cuando este estaba cómodo y muy poderoso en la opinión de los venezolanos. El lenguaje de la señora Machado, de los partidarios de López y este mismo, continúa dentro del ya manido y derrotado sendero de la salida extra constitucional, lo que implica toda la parafernalia que el lector conoce y que la mayoría aplastante de los venezolanos, incluyendo sectores opositores, han repudiado. El venezolano no quiere guerra, ni enfrentamiento alguno entre hermanos que les lleve a actos dolorosos. Lo que ansía en este momento es el diseño y desarrollo de una política que le permita salir de las serias dificultades que confronta. Menos está dispuesto a tolerar, que factores externos, a quienes esto nada duele, intervengan con sus armas, bien sea del paramilitarismo o fuerzas provenientes de otro sector, para imponer la matanza y destrucción como fórmulas para resolver lo que pudiéramos hacer por vía ciudadana, democrática, fraternal y civilizada. Para mayor gravedad, la forma de lucha de esa oposición, no se acompaña con un programa de lo que pudiera hacer en materia económica y social, como si la sola "salida", fuese una panacea. Desconoce, ese sector opositor, que el venezolano de hoy, que no es el del siglo pasado, es exigente, está bastante claro políticamente, media una enorme distancia cultural entre el antes y el ahora.
El otro sector opositor, en el cual hasta parece haber aterrizado Capriles, por lo menos está allí por ahora, pareciera privilegiar la lucha electoral, sin que eso signifique que las posiciones ambiguas de la MUD, no parezcan significar que siguen nadando entre dos aguas. El ejemplo más reciente y notorio es que van a una contienda electoral, con un sistema blindado, tal como lo han reconocido factores y personajes, caso significativo es el ex presidente Carter, de mucha autoridad, pero continúan con la prédica del fraude. Hablan incluso, simplistamente, que este podría venir de "pequeñas aldeas", donde según ellos, no tendrían representación, asunto que supone la alteración de las máquinas y de fácil solución por parte de ellos, porque es a ellos a quien les corresponde cubrir esas deficiencias. Sin olvidar que, tratándose de "pequeñas aldeas", como ellos mismos dicen, hablan de un pequeño universo electoral.
El anterior argumento, nos recuerda otro simplista y barato de una importante figura de la oposición, quien en las pasadas elecciones "denunció", que en barriadas caraqueñas, jóvenes estudiantes que les representaban en mesas, no podían comunicarse con los comandos de arriba por carecer de teléfonos celulares. ¿Qué joven estudiante en Venezuela, integrante de esa oposición, del sector social del cual se nutre, carece de esos aparatos? Si los venezolanos más pobres, por lo menos para el día de hoy, poseen hasta dos.
Entonces, la oposición, desde que el presidente Chávez asumió el poder, ha carecido de discurso para intentar comunicarse con los venezolanos todos, más allá del grupo que con ella se ha identificado por razones de clase y temores infundados. Hoy, en medio de una muy grave crisis que significa escasez, baja producción, especulación desmedida, inflación espantosa, se limita a señalar los rasgos e intentar explicaciones parciales, pero no se arriesga o atreve a ofrecer un cuadro de soluciones. No lo hace porque está atada al fatal recetario del FMI y el neoliberalismo, que comienza por la exclusión de las mayorías y la reducción drástica de la inversión social. Dejar a la mayoría de los nacionales fuera de los planes del Estado, es la piedra fundamental de quienes en fin de cuentas imponen la política opositora. Como también contempla el dejar hacer a las transnacionales con nuestros recursos y estrategia económica. Por eso no habla en detalles de economía o no expone con amplitud sus intenciones en el área, lo que más interesa a la gente en este momento.
Ese asunto crucial es el que Schemel llama sintonizarse con las mayorías que van más allá de los grupos que define "convencidos", bien estén con la oposición o el gobierno.
Pero Schemel, quien maneja encuestas y uno que si acaso dispone de una vieja brújula y una muy deteriorada "Rosa de los Vientos", observa igual comportamiento del gobierno. El presidente Maduro y su equipo ejecutivo insisten en ignorar el cuadro o tragedia económica que abate al venezolano y prefieren ampararse tras discursos insustanciales como lo de "las sabrosas colas" o parapetarse tras la figura del presidente Chávez. Quienes pese todo, no dejamos de escuchar la voz y ver la figura del presidente Maduro, en sus como excesivas comparecencias ante la televisión, nos asombramos como es capaz de hablar por horas, de cosas de relativa poca importancia y hasta algunas insustanciales, mientras ignora o mejor elude temas que los venezolanos esperamos que aborde, tome medidas y haga anuncios. Pero no. En eso calla, opta por dibujar la imagen que "todo marcha sobre ruedas". Por eso Schemel insiste que debe conectarse con las mayorías, no sólo con los que él llama "convencidos". Entonces, los dos bandos, parecieran estar convencidos que la mejor estrategia es dejar que nos arrastre la marea.
Por eso, justamente crece el universo de los descontentos. Que no significa que pudieran votar o apoyar a la oposición. Esta no se ha ganado ese apoyo y por la herencia de Chávez, la inclusión, el reconocimiento que la amparan derechos de distinta naturaleza, acontecido por la gestión y discurso del expresidente, sabe bien a quien no darle su confianza ante su estado de descontento y frustración.
Por todo lo anterior, si el gobierno hablara con la verdad en la mano, se atreviera a exponer descarnadamente las dificultades que atravesamos, aplicara sanciones a quienes se las merecen, informara lo que se propone a hacer dentro de ese cuadro de dificultades, dejando ese espíritu contemplativo y hasta festivo que le adorna, pudiera entenderse con los descontentos, que en su determinante mayoría no esperan nada de la oposición. Más o menos esto mismo se lo escuche decir a Alí Rodríguez Araque, en una reciente comparecencia en el programa de José Vicente Rangel, en el cual pidió eso, que se informara adecuadamente a la población y recordó como el presidente Chávez, en medio de grandes dificultades, con el barril de petróleo a nueve dólares, pudo remontar la cuesta. Claro, ahora las dificultades son mayores y demandan algo elemental de los revolucionarios, creer en pertinencia del apoyo popular que se gana si se habla con el corazón en la mano; asunto que la oposición no puede hacer.