Los motivos de una buena organización justificarían por sí solos la creación de un poder común, Pueblo-Gobierno pues el engranaje necesario para un resurgimiento no podría actuar sin la participación directa del pueblo organizado. Pero hay más. Aparte de las dificultades técnicas que obstaculizan este resurgimiento, hay que confesar que una especie de inhibición paraliza al país y a sus círculos dirigentes.
Este sentimiento de impotencia ante la tarea a emprender se refleja, ora en la resignación de los que se encuentran ya sometidos a la dominación de la burguesía, ora en la rebelión de aquellos que la rechazan sin apelar a los medios necesarios para el cumplimiento de su ambición. Cuando una esclerosis semejante amenaza una organización, el ingenio de los gurús sirve de muy poco: sólo una conmoción política puede traer la salvación.
La acción política dispone, al nivel en que opera, de una libertad desconocida por los técnicos. Puede trastornar el curso del destino despertando fuerzas dormidas, organizando voluntades dispersas. Al barrer el Comandante Chávez la Venezuela puntofijista, el pueblo valeroso sucedió de pronto al pueblo resignado. Sólo un acto político semejante podría liberar una esperanza prisionera de estructuras estrechas y anticuadas. Para comprender su alcance, hay que medir la resistencia que tuvieron que vencer.
Debemos analizar la actitud de los diferentes grupos dirigentes del país frente a los problemas de su futuro. Se ha hablado de este problema en términos de desarrollo, ya sea de la economía, ya sea de los nuevos datos de gestión. También se ha reflexionado sobre él, después de haber consultado con el pueblo. Pero todavía no se ha logrado abordar de cerca el problema del funcionamiento de los sistemas político-sociales con los diferentes grupos políticos. Y es este funcionamiento, tan difícil de transformar, el que debe ser fuente y objetivo del desarrollo del Proceso socialista. Con esta dificultad chocan actualmente nuestros dirigentes políticos.
Una de las bases de este problema es la manera en que reaccionan los distintos grupos dirigentes, donde el socialismo es vivido por muchos como un socialismo igual a la socialdemocracia "betancurista", que es ese socialismo azucarado. Cuando hablamos del problema de la transformación del clima general, de la evolución socio-económico, no nos cansamos de insistir en la evolución de las actitudes y de la opinión. Esto es importante, pero no suficiente. No se pueden prever las decisiones partiendo de las actitudes. Por el contrario, es con frecuencia posible prever las actitudes partiendo de las decisiones, una vez han sido tomadas. Los estudios de psicología social y experimental demuestran que la decisión es un factor determinante. Y ésta es función de un proceso complejo.
¿Cuántos socialistas dejan de mirar por encima del hombro para asegurarse de que el Partido, "censor moral", no los mira con ojos demasiado severos, o para probarse a sí mismos que son aún más fieles que aquél? Como el mito revolucionario tira de un lado, y las necesidades de otro, el lenguaje se desdobla y se confunde. El intelectual socialista se ve zarandeado entre la Tesis y la Hipótesis. El socialismo es vivido y sentido por muchos como un socialismo azucarado.
La importancia del problema con que se enfrenta nuestro pueblo en razón del desarrollo de la evolución económica, técnica y social. La importancia de este desafío ha puesto en evidencia las dificultades con que tropieza ante problemas que lo rebasan. Lo importante es no impedir que el pueblo marche por su propio camino, que busque, pruebe y luche por los objetivos elegidos, por su opción. El imperialismo hace cuanto sea posible por obstaculizar este Proceso.
¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias y asesinas pezuñas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Viviremos y Venceremos!