¿Cómo espera uno hacer carrera política si no aprende las reglas básicas? ¿Dónde pretendes llegar si no tienes autonomía absoluta o por lo menos amplia de vuelo, como Chávez y, encima de eso, no buscar donde cobijarte? ¿Qué puedes aspirar si eres un impertinente inconforme, a ninguna cama te acomodas y no sabes callar cuando debes, aplaudir en el momento oportuno y fingir tu complacencia?
Si no tienes "talento" o voluntad, disposición, para hacer lo que no te gusta, apoyar lo que no compartes, fingir alegría y satisfacción, mentir sin sutileza ni arrepentimiento, quieres ser libre e independiente, deja la política, no es para ti. Pero si te empeñas meterte en eso, sin aquellas exquisitas cualidades, procura, haciendo de tripas corazón, ser siempre cabeza de león; ni siquiera de ratón sirve, porque siendo esta versión, habrá leones siempre que te estropearán la vida y te condenarán a las cuevas. Eso sí, prepárate porque no podrás ocultar para siempre que cargas un disfraz.
Hoy pasé, como tantas veces, frente al mercado Bicentenario de Barcelona, el mismo donde el presidente Maduro montó en cólera, hace más de un año por el deplorable estado en el que lo halló. El mismo, por el cual encomendó al ministro Osorio, averiguase las razones de aquella situación y procediese de inmediato a cambiarle el rostro.
La furia desatada en el presidente Maduro fue tal que tres funcionarios del mercado o del ministerio competente y un contratista fueron detenidos por presunta culpabilidad en aquella cruel anomalía.
Muy pocos días después, los detenidos fueron puestos en libertad porque las autoridades inherentes al caso no encontraron razones para mantener la medida. Más de un año después de aquella justificada reacción de molestia e inconformidad del Presidente Maduro, las instalaciones se mantienen tal cual, como si aquel hecho no se hubiese producido, tanto que hasta el manto de impunidad uno lo ve sin usar instrumentos especiales.
Al pasar frente a él, el mercado, recordé aquel hecho y de nuevo me sentí frustrado. Pero también triste, por la enorme, increíble cola que comenzaba allá, más allá de más nunca y terminaba, si es que en alguna parte terminaba, justo en el sitio donde se devuelven los vientos.
No sé el destino de aquellos funcionarios menores que fueron entonces detenidos. Según las autoridades que conocieron el caso eran inocentes; otra cosa no puede uno deducir si les pusieron en libertad. Por eso cabe la pregunta: ¿Hubo en aquello culpabilidad de alguien o no? ¿Si hubo, por qué eso permanece oculto? ¿Por qué si el presidente ordenó al ministro respectivo, quien se presume algo tuvo que ver con aquello, procediese a subsanar esa enorme deficiencia, para esta fecha, con el mismo ministro, ya sin excusa, no se le ha cumplido? ¿Entonces hay cabida, para lo que entonces pensamos, que ese ministro, otro u otros altos funcionarios y no los inocentes detenidos, son los verdaderos responsables?
Pensando en esto, en esas "sabrosas colas" del Bicentenario de Barcelona, de las cuales he hablado, las mismas que Jacqueline Farías "gozó" a sus anchas en Caracas y en las promesas incumplidas de siempre, recordé que quien hasta hace poco fuese Gobernadora del Distrito Federal o algo parecido, siendo jefe de la hidrológica caraqueña, puso al presidente Chávez a hablar de cómo el caraqueño en breve, a partir de entonces, podría darse "sabrosos" baños en las riberas del río Guaire.
Digo eso, porque siendo ella la funcionaria competente para hablar o garantizar eso, escuchó al presidente y compañero Chávez, insistentemente, cada domingo en su programa "Aló presidente", hacer aquella idílica oferta y jamás lo contradijo o corrigió en público y en privado. No es aventurado afirmar esto, porque oímos varias veces decir aquello, de donde no era difícil ni extraño deducir que hablaba por aquella funcionaria clave en el asunto que no lejos estaba, sino allí a su lado sonriente. Además, es muy simple por aquello de quien calla otorga. No concebimos a aquel alto funcionario haberse "craneado" esa oferta ilusa y ofrecerla sin sustento alguno. Pensar eso sería tener un bajo concepto del presidente Chávez, y quien esto escribe, pese no le aplique títulos o calificativos superlativos, hace algo mejor que eso, le otorga un valor trascendente a su presencia en la historia moderna de Venezuela y las luchas dadas recientemente y las por venir en América Latina. Sin duda, se podrá hablar de Chávez recorriendo el continente, desde allá donde combatió Doroteo Arango o "Pancho Villa", hasta la Patagonia, alentando incluso a los Mapuches.
Es de por sí extraño que alguien sienta "sabrosura" en calarse una cola descomunal para comprar cuatro cosas, por las razones que sean, incluyendo en primer término la guerra económica, lo que sería motivo, por el contrario, para sentirse muy mal; pero también habiendo incumplido promesas como la de componer un Bicentenario que, un año después está peor o haber ofertado unos baños públicos en el Guaire y pasado "el arcano tiempo", para decirlo con un verso que nada me gusta de una canción bolivarense y, pese todo eso, mantenerse en el cargo y hasta recibir ascensos. Pensar o decir que las colas son sabrosas, es como ponerse del lado de quienes nos hacen la guerra económica y ellas causan. Incumplir la oferta de los baños en la orilla del Guaire quizás no tenga ninguna gravedad, pero sí haber pretendido quedar bien con el camarada Chávez con una oferta engañosa.
El ministro sigue siendo el mismo, las colas "sabrosas" no se reducen, se prolongan, acentúa la escasez y acelera la carrera entre precios y salarios. ¿Y qué es de la de las colas sabrosas y los baños domingueros en el Guaire? ¿Y de los culpables de esos males o incumplidas promesas? ¡Bien, de maravilla, suben como la espuma!