El fiscal Franklin Nieves, tarde se decidió a declarar que fue sometido a presiones permanentes de sus superiores jerárquicos para mantener la farsa que constituía el proceso penal contra López e igualmente, confesó haberse prestado para alterar pruebas, con el fin de que la jueza 28 de Juicio, Susana Barreiros, condenara al máximo líder de Voluntad a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de cárcel.
Por lo tarde que lo hace, imagino cuantos contactos tuvieron que darse entre él y los interesados para la nueva versión, que lo convierte en la nueva mercancía, al cual se supone se le ha dado un precio justo. Es decir, se vendió a si mismo, a su currículo profesional, a su personalidad; el mercado le fijó su valor porque existió, y su palabra, la que pusieron en su boca cobrará valor de uso en la medida en que la canalla leguleya interesada, busque subterfugios que invaliden o anulen, si es posible, la sentencia ya dictada y conocida por los venezolanos.
Se considera, que enmarañar el caso de Leopoldo López, valía la pena, si el fiscal, una persona dócil, manipulable, y con ansias de dólares y oportunidades se prestaba para el show y, en efecto lo hizo. Por lo tanto, hay quienes aducen que López debe quedar libre, porque se le condenó con falsas acusaciones, como si no hubiera un pueblo que todo lo vio a través de la televisión.
Supongo que a Franklin, lo buscaron y, comenzó a ser popular entre quienes lo compraron, ahora es alguien, pero de qué manera. Traicionando sus propias ejecuciones a favor de la ley, traicionado sus procederes, sus razones en un momento dado; pero no es un hombre que haya confiado en si mismo, porque sino, no llega a los extremos de dejarse tentar por el dólar, por la visa y por el compromiso de mentirle a la nación.
Hoy, solo es uno más que se va del país, con unos dólares de más, a encontrarse con otros que también decidieron lo mismo, pero que creen ser suficientes con su reciprocidad para sobrellevar la vida lejos del país de origen, soportando una soledad y tristeza infinita.
No hay duda, quien se vende pierde gran parte de su dignidad, su sentido de identidad. El fiscal, fue atrapado en el momento en que su voluntad queda a merced de quienes le plantean la posibilidad de la felicidad con billete, a partir de allí, ya no sabe lo que quiere, ni lo que piensa, ni lo que siente; es decir, todo se lo imponen.
Al pasar al bando contrario, forma parte del ejercito de personas que "Como sea", expresión que está de moda, mantienen esperanzas, las penúltimas que les quedarían, para salir de un gobierno elegido democráticamente, al cual hay que presionarlo desde cualquier ángulo para lograr el objetivo o en todo caso, contribuir a crear un caos institucional o en el país que influya en la decisión a tomar respecto a la suspensión de las elecciones parlamentarias del 6D.
Es evidente, que todo en la vida tiene su precio, pero depende de la conciencia del hombre, si decide a venderse a un precio justo, entregando su voluntad al mejor postor. Franklin lo hizo.