La historia nos enseña a salir del capital extranjero

Pero es preciso que la economía se halle en condiciones de hacerlo. En los países débiles, en los países del Tercer Mundo, se advierte, en cambio, con relación a las inversiones extranjeras, una actitud que oscila entre una tolerancia mezclada con un sentimiento de explotación y reacciones violentas que se traducen en prohibiciones o nacionalizaciones. Estos extremismos no responden en alguna a los problemas planteados a una economía moderna como la de nuestra América. Y dado que la inversión extranjera no hace más que traducir una superioridad tecnológica, la nacionalización sólo nacionalizaría las paredes de la fábrica: es imposible expropiar los conocimientos técnicas y la capacidad de intervención.

Es también una actitud matizada, aunque en sentido inverso, la que está adoptando Brasil desde el cambio de canciller. Después de un prolongado período de liberalismo excesivo de motivaciones políticas, los industriales brasileños han empezado a mostrar cierta aprensión. La industria se halla fundamentalmente ligada a los principios de la libertad de movimiento de los capitales y de la libertad de establecimientos de empresas. Por consiguiente, adopta una actitud positiva y liberal en lo tocante a las inversiones gringas y a la implantación de empresas americanas dentro de nuestra América.

Si adoptamos medidas restrictivas y eficaces, podemos estar seguros de que seremos atacados de flanco, tanto por los productos que nos necesarios, como por los capitales que irán a instalarse más allá de nuestras fronteras. Y, con mayor seguridad aún, nos veremos condenados por esta autarquía a una situación de subdesarrollo.

Así se nos anuncia, tranquilamente, una mutación sensacional, histórica. Dentro de una generación no existirá ya una diferencia de grado entre nuestra situación y la de los países avanzados, sino una diferencia de naturaleza. Formaremos parte de otro universo. Un universo intermedio entre la civilización más avanzada y la de los países atrasados.

Si seguimos aceptando la afluencia de inversiones gringas en la forma actual, nuestro país no dejara de participar en los beneficios que los inversores extranjeros obtengan de su más elevada productividad. Y este fenómeno, tiende a propagarse en toda la economía favoreciendo así la elevación del nivel de vida.

La experiencia nos muestra, sin excepción, que en la economía moderna, cuya característica esencial es un ritmo acelerado de innovación, el inventor de un producto o de un procedimiento nuevo se encuentra en una situación de fuerza en relación con sus competidores. Cuando acepta compartir con ellos el fruto de un descubrimiento, lo hace ejerciendo un verdadero efecto de dominación, manifestado en los elevados cánones que, naturalmente, exige como contrapartida.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Viviremos y Venceremos!



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Manuel Taibo


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