La tierra era allí tan seca que se bebía la sangre

La diferencia no es tan grande como parece –dijo el "legionario", al tiempo que escupía por la escotilla lateral del tanque--. Como sabéis, intervine en la guerra civil española, al servicio de la República. A los 16 años entre a la Escuela Militar de Toledo. A los 19 años, salí nombrado de teniente en calidad de los Especiales.

Febrero de 1939, los fascistas llevaban por la calle del Ave María, en Madrid, hasta las paredes del matadero a los sospechosos de pertenecer al "Quinto Regimiento".

El jefe que dirigía los fusilamientos, (camisa parda), verdugo de prisioneros y terror de sus subordinados. Hizo salir de las filas a cinco camaradas y les ordenó que se volvieran hacia el muro que rodeaba el matadero, al que nos estaba estrictamente prohibido acercarnos a menos de cinco metros.

--¡De frente… marchen!

Mirando derecho ante ellos, los cinco camaradas avanzaron hacia la pared y cayeron bajo las balas de los fascistas apostados en los miradores.

Ahora, a mi voz de mando, os arrodillaréis y repetiréis lo que yo diré… ¡De… rodillas!

Y ahora, repetid conmigo, pero con voz alta e inteligible: "Somos unos cerdos rojos y unos traidores,"

--¡Somos unos cerdos rojos y unos traidores!

--¡Que debemos ser destruidos!

--Porque es lo único que merecemos.

--¡Mañana domingo lo pasaremos sin comer!

--Porque cuando los rojos no trabajamos.

--¡Porque cuando no trabajamos!

--Los rojos no tienen derecho a comer.

--¡No tenemos derecho a comer!

Cada sábado por la tarde, estos coros de dementes resonaban en el patio y, al domingo siguiente, nos quedábamos sin comer.

Morían de día, morían de noche:

La tierra era allí tan seca que se bebía instantáneamente la sangre. Así no había que limpiarla.

Preferían fusilarlos de pie, pero algunos se echaron al suelo y no había manera de hacer que se levantaran. Muchos gritaban: "¡Viva la República!"

Cuando me pescaron los franquistas me metieron en un "batallón de castigo", tuve que demostrar que era un alemán y que había sido alistado a la fuerza por los hombres del general Miaja.

Nos metieron grilletes en los tobilleros, esposas en las muñecas, íbamos encadenados de dos en dos, y una cadena rodeaba además todo el destacamento. Nos alistaron en la tercera compañía del segundo "batallón disciplinario" y nos mandaron al frente del este. Nos condujeron a la estación de mercancías, con una fuerte escolta de policía militar, armada hasta los dientes. Permanecimos apretujados en nuestros vagones durante tres días y tres noches.

Antes de desearos la bienvenida, deciros lo que sois.

"No sois más que un puñado de rameras piojosas y de granujas infectos; un rebaño de cerdos y de cochinas; la escoria de la humanidad. Es lo que siempre habéis y lo que seguiréis siendo hasta el fin de vuestros días. Y para que podáis regodearos bien en vuestra propia porquería, nos encargaremos de haceros reventar lentamente, muy lentamente, para que tengáis tiempo de apreciarlo todo en su justo valor. Os aseguro personalmente que nadie se sentirá de fraudado. Todo el mundo se ocupará asiduamente de vuestra curación.

Bueno, basta de esta guerra –protestó Hermanito--. Es mejor que nos hables de las corridas de toros y de las hermosas mujeres bajo el sol.

El "legionario" se frotó los ojos, como para borrar las visiones macabras. Empezó a hablar y olvidamos el frío ardiente y la nieve que helaba. Ya sólo veíamos el sol de España, ya sólo escuchábamos los clamores entusiastas de la multitud. Incluso el tanque escuchaba y olvidaba que le faltaba aceite. Ronroneaba suavemente, muy satisfecho, e imaginaba que era un enorme toro negro.

Nuestro batallón avanzaba hacia el Este, con destino a las estepas inmensas y a las negras selvas de Rusia. Pero a pesar de ponernos más y más piezas de lana y de apretarnos los unos contra los otros, estábamos siempre irremediable, miserablemente helados…

Los ejércitos soviéticos utilizados para este ataque: Se ha desencadenado la ofensiva desde el Océano Ártico hasta el Mar Negro, y empiezan a llegar informes sobre las ganancias de terreno y las numerosas victorias conseguidas por las fuerzas combinadas alemanas, italianas, rumanas…

La máquina cargaba a muerte contra un enemigo que poseía el único factor auténtico de victoria: la superioridad moral.

¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Independencia y Patria Socialista!

¡Viviremos y Venceremos!



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Manuel Taibo


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