Los dirigentes políticos no comprenden que es una economía estancada la justicia social llega a ser condición del dinamismo de la producción. En efecto, la adaptación al progreso técnico pasa necesariamente por cambios en la condición de los asalariados, muy diferentes de la distribución de algunas acciones simbólicas. Exige que la escuela proporcione a todos –y no únicamente a la minoría favorecida—los instrumentos intelectuales que harán posibles, durante la vida activa, uno o varios cambios de oficio y de medio; que las vías de acceso a la cultura y a la promoción industrial se multipliquen; que la instabilidad del empleo se vea compensada por una garantía que cubra los períodos de una nueva clasificación y de un nuevo de aprendizaje; que el crédito a la construcción reformada, a fin de que las migraciones geográficas resulten fáciles, incluso para los menos afortunados. Es imposible "aligerar" la economía sin librar a los trabajadores de las angustias y de las de toda clase –materiales o intelectuales—que frenan su desarrollo personal y el de la producción.
El estado de incoherencia, de miopía, en que se encuentran todavía hoy las tentativas nacionales de las clases dirigente en Venezuela, de antemano condenadas al fracaso, resulta difícilmente excusable. El triunfo es no sólo posible, sino también indispensable. Ningún sector de producción podrá ya nunca ser independiente si no se empieza por la formación de talentos y facultades creadoras en que fundarse para iniciar un resurgimiento. Hasta aquí las aportaciones de los expertos, las enseñanzas de las cifras y las conclusiones de los estudios. Aquí se atasca, forzosamente, la pretensión de objetividad pura, y casi de neutralidad, que hasta ahora nos animaba.
Sin duda, dentro de unos años, se impondrá la necesidad de una estrategia industrial. Los progresos de la previsión permitirán preparar de antemano la conversión de los sectores condenados, concentrar los esfuerzos sobre los que tienen porvenir, orientar la mano de obra presente y futura hacia salidas útiles en vez de contratarla y abandonarla en callejones sin salida. Pero cuanto más ambiciosas sean las tentativas de racionalización de los movimientos de mano de obra, y es preciso que lo sean, más se acentuará la necesidad de actuar de mutuo de acuerdo.
Si son concebidos y puestos en práctica sin contar con los interesados, los planes que afecten a la ocupación profesional, al lugar de residencia y al nivel de vida –en resumen, todos los principales parámetros de la existencia- chocarán con una pasiva o con el sabotaje. Para convencer a los interesados, habrá que darles informaciones exactas sobre los motivos de los ajustes previstos, mostrarles su necesidad, asociarles a la definición de las modalidades de las conversiones, contratar con sus representantes y, en resumen, reconocer su personalidad.
Los dirigentes políticos y patronales, tienen que moderar el alza los precios manteniendo una reserva de parados o bien apelando periódicamente a procedimientos deflacionistas.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Viviremos y Venceremos!