La lucha de clases sirvió a la burguesía para apuntalar los resortes de la tiranía, y lo desmedido de la riqueza que volcó sobre las arcas del tesoro una inmensa fortuna, despertó una acuciante voracidad. Esa codicia en su ansia y afán, constituyó el gran pecado de Venezuela al permitir el entronizamiento de la corrupción.
Sin murallas protectoras para sus fuerzas morales, el país con la burguesía fascinada por la conquista del dinero, no tomó en cuenta el hambre, la vergüenza y la desgracia del pueblo. La minoría que permaneció en su ensimismamiento asombrada de tanta maldad, encontró milagrosamente las reservas de la resistencia, y halló la fórmula salvadora ante el espectáculo de la Nación despedazada, y a su patriótica llamada, acudieron obedientes: el maestro y el profesor, el profesional y el estudiante, el escritor y el obrero trabajador, el artista y el luchador, la masa que dejaba de ser muchedumbre ignara para seguir la arenga en la palabra viva que imponía en medio de un gran silencio, un inmenso respecto colectivo.
Era una voz que indicaba el camino a seguir. Venía galopando, profética y milenaria, la protesta; del ámbito, del acaso, emergían los acentos para estimular y engrandecer la acción. Cayeron en la calle con la bandera ondeante de la libertad los hijos de Bolívar y aparecieron las rosas rojas que nublaron la visión de quienes pagaban con su arrojo la decisión de rescatar a la Patria de las manos de los tiranos, al pie de la barricada que defendía los principios y la dignidad del pueblo.
Triunfó la revolución del tipo social por la pureza y desprendimiento de su autor. El derrocamiento aglutinó todas las voluntades y en torno a los principios que la inspiraban y por eso no señaló ni héroes, ni líderes, ni teorizantes, sino el conjunto de fuerzas que al tomar las calles estimuló el valor de las masas y al reunir el esfuerzo colectivo, reconquistó la libertad que se le había arrebatado.
Porque Venezuela esperaba que no se ejerciese esa suerte de represalia constante, terca, que ha sido la causante de la anarquía que abarca su vida civil desde la Indepencia y su paso por la Federación, a través de las escalas abominables de dictaduras y tiranías así como en los fugaces tiempos de su inestabilidad democracia.
Acá están alineadas las páginas de la historia que conjugaron las reformas injustas, las turbulencias políticas, las complejas razones de Estado, las contradicciones e inconsecuencias, pues frente al gobierno, la burguesía representa la contrapartida que permite el equilibrio de las fuerzas al someter a la hegemonía al criterio justo de que el poder se ejerza con justicia.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Viviremos y Venceremos!