Moral, luces y datos abiertos son nuestras primeras necesidades

El siguiente escrito aborda tres conceptos importantes para emprender la próxima revolución social en Venezuela: moral, luces y datos abiertos. Con esto busco alimentar la discusión sobre la realidad nacional y sobre las estrategias para afrontar la mayor crisis de nuestra historia. Dentro del escrito se presentan distintos criterios, dentro de los cuales destaco los siguientes:

Tal como lo he planteado, los problemas sociales del mundo, en general, y de Venezuela, en particular, son de carácter moral, más que económico o político. Lo económico o político suelen representar los síntomas de una descomposición moral de carácter sistémico que corroe las entrañas mismas de la sociedad y sus instituciones. La corrupción moral representa el peor de los cánceres que puede tener una sociedad y cualquier solución que se plantee exclusivamente a nivel económico solo servirá para paliar los problemas. No existe legislación, autoridad o estrategia económica o política que pueda revertir una crisis moral donde haya tan altos niveles de corrupción en la población.

A problemas morales, soluciones morales. Una de las acepciones de la palabra moral la asocia con la energía con la cual se emprende una misión. Así, un equipo de alta moral es uno que se encuentra bien animado a la conquista de lo que se haya propuesto. Y precisamente, lo primero que necesitamos es animarnos a asumir la revolución moral: esa que habrá de llevarnos a emprender el proyecto de la mejora continua y consistente de nuestra cultura.

Un hecho interesante es que si hay algo que eleva la moral (en términos de energía) es la percepción de que tenemos una elevada moral en nuestra conducta. A los humanos, en general nos gusta sentirnos que somos buenos, que procedemos como es correcto y nos gusta ganarnos el cariño de nuestros semejantes. Así, una revolución moral representa un ciclo de retroalimentación positiva en el que mayores niveles de moral en términos de conducta nos conllevan a mayores niveles de moral en términos de energía y estos a la búsqueda de mejores conductas.

De manera que la revolución moral debe representar nuestro objetivo asintótico primario. Ahora debemos preguntarnos cómo movernos en dirección de ese objetivo. Es aquí donde entran en juego las luces que mencionaba Bolívar. "Luces" quiere decir, además de conocimiento, conciencia, imaginación y actitud crítico-creativa. Se trata de esa luz que nos refería el tecnólogo popular Luis Zambrano, esa que "alumbra pero no encandila". De modo que no toda luz se asocia a la adecuada conciencia que nos haga superar el yugo de la inmoralidad.

Surgen entonces tres palabras claves: ciencia, tecnología y educación. Pero dado que éstas no tienen un carácter neutral, debemos ubicar las que tienen un carácter emancipador. ¿En qué medida podemos conseguir una educación orientada a los mejores valores si el maestro no ha asimilado dichos valores y sus prácticas cotidianas son corruptas y justifican la corrupción? ¿Cómo superar una cultura de resabios y malas prácticas cotidianas? ¿Qué sentido le damos a la tecnología?

Hay un término de uso reciente que debemos adoptar. Se habla de Tecnologías para el Empoderamiento y la Participación (TEP) como parte de las TIC. El término "empoderamiento", aunque no ha sido adoptado por la RAE, se entiende como el proceso de consolidar poder y para este caso se refiere al poder popular. Yo hubiese preferido el uso de "emancipación" entendido éste como el proceso de liberación de cualquier dominio, dependencia o yugo, que para este caso se refiere al dominio de cualquier forma de oligarquía.

En todo caso, la estrategia fundamental para emprender la revolución moral es a través de las TEP. Es importante destacar que la palabra tecnología abarca no solo el uso del internet y de aplicaciones computacionales, sino la organización y la educación de carácter fundamentalmente virtual.

La emancipación popular se conseguirá en la medida que rompamos con mitos como el de la imposibilidad de la democracia total o directa. A través de las TIC y particularmente de las TEP se pueden conformar movimientos sociales en red que apunten al control popular de lo político y de lo económico. A partir de este control se superan los yugos que nos imponen las visiones liberales que pregonan que lo económico debe controlar la sociedad, y de las versiones totalitarias que pregonan una oligarquía gubernamental. Se trata de identificar los modos con los cuales el pueblo tenga niveles crecientes de participación tanto en los asuntos públicos como en los privados que tenga impacto en lo público. Se trata del verdadero ejercicio de autonomía donde el pueblo cuente cada vez más con los instrumentos para controlar todo.

Dentro de estos instrumentos destaco lo que he denominado en otros artículos la Plataforma Tecnológica para el Poder Popular (PTPP). En la línea de las TEP, esta plataforma busca integrar un conglomerado de aplicaciones que le permitiría al pueblo ejercer dicho control social. Allí se incluirían aplicaciones para controlar instancias gubernamentales a todo nivel y en todas partes, y aplicaciones para controlar el desenvolvimiento de los distintos mercados. Para mencionar dos ejemplos, podríamos incorporar dentro de la PTPP un sistema de monitoreo de la red nacional de supermercados que nos permita saber dónde hay y cuánto cuestan los distintos rubros que allí se expenden. El otro ejemplo, también vinculado al área de alimentación se refiere al monitoreo de la red de AGROPATRIA para conocer los insumos que entran a esa red y conocer cuánto y qué se le vende a cada productor. En ambos ejemplos nos podemos apoyar en técnicas de georeferenciación y minería de datos que nos permitan identificar patrones que le permita al pueblo saber qué contradicciones hay en ambas redes para superar distintos problemas.

Ahora bien, de nada sirve tener excelentes aplicaciones si éstas no son alimentadas con datos. Aquí es donde entra en juego el tercer componente de lo que refiere el título del artículo. Los datos, con criterios de que los mismos estén abiertos para el uso de todos, representan el insumo fundamental con el cual realizar la revolución moral antes planteada. Lamentablemente, la oligarquía económica y la oligarquía del Estado formal saben que la información representa poder y por lo tanto no habrán de ceder ese poder fácilmente. Tal como planteaba Maquiavelo, el poder no se transfiere, se arrebata. En ese sentido, tenemos que darnos cuenta de la necesidad de conformar un movimiento social en red que entienda la importancia de los datos abiertos y que busque conquistar progresivamente el control de la sociedad y el poder del pueblo.

Finalizo este artículo presentando una cita de Bolívar que extraje del mismo discurso dado en Angostura donde se refirió a "Moral y luces…" Antes de presentarla, aclaro que allí se menciona al "aerópago", el cual representó la institución planteada por los griegos para establecer un control moral sobre la sociedad. Invito entonces a que conformemos nuestro aerópago del siglo XXI, con las posibilidades tecnológicas que el pueblo mundial nunca había tenido para lograr su emancipación.

Constituyamos este areópago para que vele sobre la educación de los niños, sobre la instrucción nacional; para que purifique lo que se haya corrompido en la República; que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la patria, el ocio, la negligencia de los ciudadanos; que juzgue de los principios de corrupción, de los ejemplos perniciosos; debiendo corregir las costumbres con penas morales, como las leyes castigan los delitos con penas aflictivas, y no solamente lo que choca contra ellas, sino lo que las burla; no solamente lo que las ataca, sino lo que las debilita; no solamente lo que viola la Constitución, sino lo que viola el respeto público… Una institución semejante que más que parezca quimérica, es infinitamente más realizable que otras que algunos legisladores antiguos y modernos han establecido con menos utilidad del género humano.



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Felipe Pachano Azuaje

Profesor de la Universidad de los Andes

 pachano@gmail.com

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