El socialismo debería ser una de las formas de gobierno más propicias a la estructura orgánica del pueblo venezolano. Pero como sistema de vida le ha sido arrebatado en esa singular disputa en que no se ha podido disfrutar del don de la libertad por la frustración permanente de las pasiones políticas. Conformado para la excepcional, moldeado para la hazaña y la rápida conquista de la fortuna, el quehacer pacífico y laborioso, le iba a fracasar en las manos inmóviles y sorprendidas.
Señor Presidente, usted se ha distanciado del pueblo en las calles y lo quieren a usted en carne viva: compartiendo y sufriendo con los venezolanos; hemos sido expulsados del círculo del Presidente, del mundo del poder. Constante ha sido la sordera de nuestro Gobierno contra el clamor de la opinión. No creemos que el pueblo esté equivocado al señalar que la corrupción, es nuestro mayor problema.
No se puede olvidar que vivimos una muy aguda crisis, que esta es política y económica, que tiene un sesgo ético y un vértice judicial; el Gobierno tiene una responsabilidad especialísima. El nuestro es un país presidencialista ello obliga mucho más al Jefe del Estado.
En estos últimos tres años del Gobierno, las fuerzas oscuras impusieron sus designios. Los "rojo-rojitos" se disfrazaron para gobernar al son de los adecos y copeyanos para saquear el país. Y cada día que sube el dólar, cada día sube la inflación, la comida del pueblo venezolano es más cara. Mientras esto sucede, el Presidente no llega a percibir la honda ansiedad social creada, a través de la cual puede penetrar el caos y la anarquía y hacer naufragar la Revolución.
Y si a esto añadimos el mal ejemplo dado por la "élite Madurista", la que en estas circunstancias pide sacrificios al pueblo mientras viven en la opulencia, viajan constantemente a Gringolandia, exhibe el espectáculo de las camionetas "tipo elite"; la Asamblea se ocupa de pequeñas causas, nadie cree en la veracidad de lo que allí se discuten los diputados, con alguna que otra excepción, dieron aquel burlesco ejemplo de indiferencia en la sesión, transmitida por televisión.
Si observamos todo esto, hay pocas esperanzas. Estamos sobre un volcán pronto a explotar si el gobierno se niega a escuchar, a implementar cambios, a hacer cesar el destructor malestar social producido por el "paquete económico". El pueblo está sufriendo y no se puede construir con seriedad si ésta no responde a las necesidades del pueblo, sino le permite vivir con dignidad y realizarse humana y espiritualmente.
Y ha llegado la hora para la conquista definitiva. En ella, el signo socialismo se retuerce como la hoja de un papel que se quema, y se piensa entonces que el socialismo no pudo haber muerto y no podrá morir jamás. Su sentimiento está en lo más puro del pueblo, aun cuando no haya tenido en Venezuela sabios maestros que lo supieran enseñar. Está en el espíritu de su pueblo, como una permanente esperanza. Corre en el aire que respiran las actuales generaciones que empiezan a pronunciar su significado al no pertenecer ya al dominio de la grandilocuencia sino al sencillo y claro de la verdad.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Viviremos y Venceremos!