Nada puede interesar más en estas graves horas a un socialista venezolano que al tratar de desentrañar las causas de la espinosa crisis que vive el país. Este a nuestro entender, en sí fue una decisión acertada, positiva, la cual debió ofrecer al pueblo un tiempo de bonanza que entregara a todos las posibilidades de un desarrollo pleno. Eso no fue así por los agentes perturbadores "rojo-rojito" que inmediatamente entraron en juego: la incapacidad para manejar las ingentes cantidades de dinero que les entraron; los corruptos, quienes se pusieron en acción; la amplia deuda externa contratada sin pensar en el futuro y sin consultar al pueblo.
El socialista a quien Venezuela duele, quien sabe que la profesión de ser venezolano es dura ocupación, expresamos nuestras opiniones. No se trata aquí de condenar sino de advertir. De ayudar al Gobierno a ver las equivocaciones y corregirlas. Esta será la única manera de perfeccionar el socialismo, de radicalizarlo, de practicar la Constitución en todas sus consecuencias. A la búsqueda de su estabilidad, a su conservación e incremento, como el modo de vida que los venezolanos todos elegimos el dos de febrero de 1999, el cual hemos sostenido con nuestro voto y adhesión van dirigidas estas observaciones, redactadas en horas de intensa tensión. Como en las más intricadas encrucijadas del país, como en el 11 de abril de 2002, dirigimos este llamado para que la mesura y la calma vuelvan, para que se imponga la prudencia y se tomen las medidas que el momento pide y el pueblo urge.
La intensa corrupción y su red de testaferros, las inmensas fortunas forjadas a la sombra del poder, el país han llegado a un grado de corrupción asociado con el gobierno. La corrupción sin posible pena, la imposibilidad de que ningún corrupto pueda ser juzgado y vaya preso; es decir, el hecho de que quienes han robado al país aquello que necesita para desarrollarse no paguen por su delito ha acumulado un inmenso descontento, hasta el punto de que lo más preocupa al venezolano es la corrupción.
Y es también la corrupción lo que explica el desborde delictivo que hay en el país. Ya ni siquiera la vida tiene un valor en nuestra tierra. Y esto lo explica la delincuencia de abajo. Y esto porque toda la nación es una pirámide. Si en su punta hay honestidad en su base la habrá también. Pero cuando arriba no sólo hay delitos sino estos son impunes, y como consecuencia no hay ejemplo de moralidad, la ética de la base de la pirámide también estalla.
Así se cumple el apotegma del criminólogo francés Alejandro Lacassagne: "El delincuente es sólo un microbio. El medio es un caldo de cultivo. Así como los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, las sociedades tienen los delincuentes que se merecen. Todo el mundo es culpable, excepto el delincuente".
"Si ha creado Dios a los humanos, la vida los ha vuelto a crear tan fácilmente, que debe de estar asqueado de su obra". A pesar de todo, no carece de ingenio.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Viviremos y Venceremos!