Este caminar a tientas haría dudar del futuro de la política de socialista, si hubiese otro medio de obtener un crecimiento firme y continuo. Pero este medio no existe.
Los partidarios de la planificación difícilmente pueden contradecirse hasta el punto de pretender que todo, excepto los salarios, debe ser planificado. Los que desconfían de los sistemas, pero miden la cuantía de las perdidas debidas a los vaivenes de la expansión, se ven obligados a confesar que los instrumentos clásicos de la política económica no pueden resolver el problema. Bajo la presión de una lógica común a todos los países imperiales, se practican estudios paralelos, no sólo en Escandinavia, Inglaterra y el Mercado Común, sino también en los Estados Unidos.
El problema contra el cual chocan es que, en una parte de la economía, los precios no son estables cuando se produce el pleno empleo. Sea cual sea el procedimiento adoptado, éste requiere que poder del pueblo determine anualmente el aumento de salarios gradualmente compatible con la estabilidad de los precios… Después, habría que establecer comités tripartitos en todos los medios de producción que siguiesen una disciplina de precios. Estos comités tendrían que resolver, sobre una base descentralizada, la aplicación a estos medios de producción de las directrices gubernamentales.
En realidad, las dificultades se deben menos a la complicación técnica del proyecto que a su dimensión política. Su puesta en práctica presupone un alto grado de concentración de los diferentes participantes del juego económico y, por consiguiente, el acceso de los asalariados a un nivel de responsabilidad que jamás tuvieron en tiempos pasados. Las bases de la política de renta se encuentran, pues, se hallaban, ayer, "a la derecha".
¿Acaso un Gobierno de derecha favorecería la vigorización del sindicalismo, etapa obligada de la política de rentas? En un régimen de libertad económica, no se trata de proceder mediante la coacción. Pero tampoco es posible detenerse en la fase de las recomendaciones. La combinación del principio de libertad con la voluntad de crecimiento juega, una vez más, en favor de los asalariados. Exige el desarrollo de sindicatos lo bastante fuertes para negociar, comprometerse y hacer cumplir lo pactado.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Viviremos y Venceremos!