Hoy cumplo diez años como “escribidor” y alguna veces como escritor de todo aquello que por mi cabeza pasa, en el portal APORREA. Además, de igual manera soy lector de lo que expone la variopinta fauna de este submundo telemático, algunas animaladas y otras muy sensatas a mi parecer. Pero esa es la idea, que lo publicado en este portal y replicado en otros, sea sometido al consenso, al disenso y hasta al escarnio de la vindicta pública.
Empiezo. Desafortunadamente, otro compatriota no anónimo cae en la sucia acera asesinado con balas de armas empuñadas por la incertidumbre. El camarada periodista Ricardo Durán me imagino que recibirá las vivas en su muerte hoy, la reiterada canción de Alí “Los que mueren por la vida”, la semblanza de todos aquellos quienes le conocían y por supuesto, a la hora del entierro la manida frase de “la siembra de un camarada” como si después brotara algo de esa pequeña parcela. Y en seguida su nombre lo llevará un colectivo, una plaza, un mural, un espacio, un galardón o cualquier otra simbología para “recordar” su vida y su legado. No solo queda eso. Quedan todas las verdades a medias, los asesinos materiales muertos en enfrentamiento o que no hablan, el desconocer si hubo o no autores intelectuales, en fin la maldita impunidad.
Danilo Anderson, Robert Serra, El mayor (EBV) Raúl Bracho y ahora Ricardo Durán, como muchos otros menos conocidos individuos que transitaban por la senda revolucionaria y que han sido sacrificados por manos desconocidas e inmateriales, aun sus muertes no han sido penadas y ojala no se den otras que se sumen a esta cola de los crímenes no resueltos o resueltos a medias, que es la misma vaina. Hoy voces del gobierno piden justicia y especulan con los autores, los motivos y toda esa puesta en escena y después, regresa la aciaga y cómplice calma, hasta que el pueblo convierte esta sentida pérdida en otra leyenda urbana impune. Ojala me equivoque hoy, pero da arrechera.
Cambiando. Después del discurso del compañero presidente Maduro y del petimetre Ramos Allup, que con su sorna hizo uso de su domicilio para romper el "estricto protocolo" que el mismo planteó, el pueblo que compró sus cotufas, cervezas, refrescos e hizo hasta asados, para ver no solo lo que iban a decir sus protagonistas, sino como sería su "comportamiento social", permaneció al final algo desconcertado. Quedó la sensación de que hubo un pacto entre el alto gobierno y la jerarquía asambleísta y que el cordero para ese sacrificio fue el diputado Diosdado Cabello, teniendo como chef al vicepresidente mediador de Aristóbulo y Ramos Allup solicitando el corte que mas le apetecía y como debía estar cocido. Esto por aquello de hacer gobernable el país. Ojala sea solo una sensación y que nuestros mandos políticos y gubernamentales revolucionarios entiendan que en la unidad verdadera y con desprendimiento de los intereses de poder y un gobierno que atienda a su pueblo y no pierda la calle, está el recobrar o no los espacios que nuestro proceso (palabra ya casi en desuso) mantuvo y que por la inoperancia, el parcelamiento y derroteros contrarios a los planteados desde el inicio, nos dieron duro. No fue peor, porque afortunadamente la oposición aun no logra su conexión emocional con el soberano, si no, nos borran.
Nada más por hoy. Y seguiré hasta que el cuerpo aguante o antes.
Sin el legado de Chávez no hay Revolución y todos somos Chávez en esta Revolución.